Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

29 nov 2010

29/11

Estábamos sentados almorzando la segunda vuelta del puchero de anoche y me dijo : hoy es el cumpleaños de mamá y me vino un llanto silencioso, de garganta apretada, que sólo pudo emitir un finito, casi imperceptible "cierto", al terminar de tragar el bocado que la ocupaba.
Los dos nos quedamos "puchereando" el recuerdo y ya no nos pudimos sacar esa congoja a lo largo del día.
Para los que tuvieron oportunidad de conocerla, saben que tenía un solo nombre, pero varios apelativos. En la casa la llamaron Sara, pero le decían "coquita" y el "Coca" o "la Coca" la acompañaron en el cotidiano vivir.
En el barrio-de joven- le decían "la flaca"; la llamaron SeñoraWarrington -ya de grande- entre sus amistades puntaesteñas y yo la conocí como la mamá de Zaira, mi compañera de clase.
Compartíamos con ella un vino de sobremesa, cada vez que yo llegaba después de almuerzo y Zaira desaparecía por algún costado de la casa al verme llegar. Me bancaba, a la vez que me decía " ..¿ pero vos viste la mugre que tiene en el pezcuezo? ...intentanto -sin éxito- desalentar mis enamoramientos precoces y quinceañeros.
Y así, lentamente; ella porque no conocía las urgencias y yo porque no conocía la derrota, nos fuimos conociendo y apreciando. Una mujer sin cultura curricular y un don de Señora que le vino por regalo, ya que podría decir con poco margen de error, que no fue adquirido , ni enseñado. Era ella así, distinguida por naturaleza.
Supe por cuentos, que cuando trabajaba en el Hotel Argentino, no comía con el resto del personal, lo hacía aparte y con vajilla de plata, y Leo, era ascensorista.
Tenía por decirlo así, "mucha calle", y una manera sutil para hacértelo saber sin arrogancia (pero también sin falsa modestia), y eso hizo que en mis cuarenta, a la hora del diván reflexionase diciendo : " mi madre me enseñó a leer y mi suegra me enseñó a vivir".
La recordamos (honramos ,se podría decir mejor), no hace mucho en casa, haciendo lo que siempre pedía : "el día que yo me muera hagan un té y cuenten las anécdotas que hemos vivido juntos, no los quiero llorando".
Debo confesar que no pude cumplir con la segunda parte del mandato.
Todo lo que sí y todo lo que no incluyo en este relato, es lo que hace que 29/11 sea una fecha que no tiene año, que viene bien para hacer memoria y sentir que haberla vivido fue una experiencia inolvidable.
Coca,la vida vivida.

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