Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

22 dic 2013

EN LA VILLA DE LOS VILLANOS

                                                                                   
   -He revisado minuciosamente la historia de los comics o de las tiras cómicas, o de los dibujitos, o las revistas de chistes o como los quieran llamar, y siempre estamos frente a una historia -o a varias de ellas-, en donde entran en pugna más o menos de manera parecida, los malos y los buenos. Los buenos son y serán siempre los buenos, y toda tira cómica que se precie de tal, tendrá su o sus buenos villanos. Buenos en el sentido de villanos como Dios manda, con todos los atributos necesarios para concretar diversas maldades, como por ejemplo birlarle la novia al bueno; o quitarle todo el dinero a algunos o a muchos; robar bancos, asaltar diligencias, amordazar y encerrar en tenebrosos lugares a los buenos, desarrollar altas tecnologías para poder  manejar unos pocos el poder de los muchos y, -para beneficio personal- con diferentes y originales artilugios parecidos a los antes mencionados, convertirse en los amos del mundo.
  “ Amo convertirme en el amo del mundo, -dicen carcajadeándose con esa risa que los iguala-, pero amar, no amo a nadie más que a mí y al poder que de mí emana”.
La cosa tal como está planteada en el libreto, es que todas y cada una de las historias tiene un desarrollo tal, que le deja al villano de turno armar y desarmar todas las felonías de las que es capaz, y para cuando uno cree que se sale con la suya, el guionista “le encuentra la vuelta”  y logra que los buenos –con la ayuda del buenazo o buenaza- desbaraten todos sus maléficos planes.
Sólo con fines didácticos sugiero que vayamos al significado de la palabra (villano) de acuerdo a lo hallado en google:                                                                                                                                                   villano, -na adj./s. m. y f.
1  culto Vil.
 adj.
2   Se aplica a la persona o acción que demuestra falta de educación o de cultura: no puedes ir a un restaurante de lujo con esos modales villanos. tosco.
 adj./s. m. y f.
3   Se aplica a la persona que, en la Edad Media, habitaba en una villa perteneciente al estado llano (campesinos, comerciantes y artesanos, fundamentalmente): los villanos se distinguían de los nobles e hidalgos.
Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.

villano, -na 
adj.-s. Vecino del estado llano en una villa o aldea, a distinción del noble o hidalgo.
adj. fig.Rústico o descortés.
fig.Ruin, indigno.
Díc. de la clase social campesina medieval que cultivaba pequeñas parcelas de tierra cedidas por un señor, a cambio de determinadas rentas y servicios personales.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

villano, -na (bi'ʎano, -na) 
abreviación
1. infame que actúa o es capaz de actuar de manera cruel y despreciable Es un hombre villano y desalmado.
2. rústico que demuestra falta de educación El joven tiene modales villanos.

villano, -na 
sustantivo
 masculino-femenino
1. malvado malo persona que actúa o es capaz de actuar de manera cruel y despreciable Es el villano de la telenovela.
2. habitante de una población que antiguamente poseía ciertos privilegios Los villanos se levantaron en armas.
Copyright © 2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos
villano, villana
adjetivo y sustantivo
1 aldeano, lugareño, rústico, basto, grosero, descortés*.
Aldeano y lugareño se utilizan en la lengua medieval y clásica. Todos los demás, por extensión.
2 bajo, ruin, vergonzoso, indigno, infame, infiel, desleal, traidor, doloso.
Se aplican a las personas o a sus acciones, comportamientos, etc.
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
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Que los que dominan, y se autodenominan amos, y vivan por encima –en todos los aspectos- de los que moran en los valles, sean los buenos, y los demás los villanos, parecería a primera vista sólo una distribución (discriminación) geopolítica. Si vives en una villa eres un villano. Perfecto. Hasta gramaticalmente impecable. Nadie se podría quejar de tal denominación.
 Luego aparece, como salido de la nada, una segunda acepción, que asocia al villano con lo ruin, lo basto, lo grosero, lo malvado etc…. ¿Quién creería que esa sinonimia fue creada por casualidad? Si vives en una villa, donde no mora el señor, eres un ser sin modales, sin alcurnia, sin tierra (sólo la que te cedieron). Sin educación formal, sin segundo idioma, y ahora para colmo de males eres un villano villano. Es decir un villano malo. Doblemente villano. Todo lo que digas o hagas será usado en tu contra a partir de ahora.
¿Por cuál arte de magia los que viven arriba, llenos de lujo y de vida disipada, sin apremios económicos, dueños de las tierras, de las letras y de las religiones, del manejo del diccionario y de las lenguas, son los buenos, y el resto –el pueblo todo- son los villanos, de ahora en más los malos? ¿Y porqué se sigue usando esa doble, artera, discriminatoria y falsa sinonimia? Vaya uno a saber.
Porque cuando alguien dice que alguna persona es un villano, a nadie se le ocurre que lo dicen porque vive en una villa. O que reside en las tierras bajas. No señor. La segunda acepción ha desaparecido. Se ha mudado, y no se sabe adónde.
Ahora, curiosamente – y no tanto- sólo queda para los que abusan de su poder, y que con él manejan sus intereses personales apropiándose de los intereses de los más, –que son los que tienen menos- la chance de vivir en el llano, a la vera de la mar, y desde el llano comandar a los que ahora moran en las alturas, pero no dominan nada más que una mejor vista dirigida hacia las hermosas propiedades de los verdaderos nuevos villanos. Como ejemplo se pueden citar las “favelas brasileñas”, tan tristemente famosas.
Caben otras alternativas de distribución, no hay que hacerse falsas expectativas. Por ejemplo cuando las mejores tierras bajas que bordean el mar, y las más altas que rodean las ciudades, son las que habitan los que pueden acceder a ellas, por su elevado costo, y el resto, de relativo bajo costo, las ocupan los demás, se plantea un nuevo escenario.
Entonces, ahora…,¿quiénes son los villanos y quienes los buenos? Si los que detentan el poder y  manejan el dinero, y todo lo demás, viven en el valle y también en las alturas, son a la vez villanos y buenos, la cosa se complica.
A los demás se les complica. A ellos no. Ellos lograron ser buenos, pero villanos, aunque predomine la idea de que son lo primero.
¡Felicitaciones! Han conseguido manejar la distribución de las mejores tierras a su antojo; la posesión del dinero (bancos etc.), y de las letras (radio, televisión, telefonía, etc.), y de los credos (filling the blank ), y además disfrutar de la imagen del bueno, siendo unos verdaderos villanos, vivan donde vivan. Realmente hábiles. 
El excelente humorista “Quino” representa en un tablero de ajedrez,  -lo que trato de explicar- a las únicas tres piezas negras que quedan jugando la partida, vestidas de negro, arrinconadas en las pocas casillas que quedan, y el resto del tablero repleto de mecánicos, oficinistas, panaderos, maestros y maestras, mujeres y niños, en fin, gente común, gente de pueblo, representando a las blancas. La leyenda “terrible” debajo del dibujo sentencia: “juegan las negras, y dan Jaque Mate cuando se les da la gana”.

Eso es lo que sucede en la vida real, no en los comics. En los dibujitos se plantea otro final. En la ficción se hace realidad el deseo de su revés; de su decepción; de su caída; de su fallo; de su descalabro; de su malogro; de su naufragio; de su hundimiento; de su aborto; de su bancarrota; de su derrota; de su fiasco; de su frustración. Y en ésta villa en que moran los villanos, en ésta misma en la que todos vivimos, ellos fracasarán. Los meterán entre rejas. Los demandarán públicamente; develarán todas sus fraudulentas maniobras; descubrirán todas las atrocidades sexuales de las que son capaces, y más. La falta de ética y de moral social quedarán -por fin- a la vista de todos. Un “escrache” con todas las de la ley.

Yo quiero vivir como en el mundo de los dibujitos, alguna vez en mi corta existencia. VOTO  por ello, no sé si me explico.

12 dic 2013

CHOCOLATE POR LA NOTICIA...¡Que no es uno, que son miles!

"La caída de un imperio" . La foto es de Israchamorro, es en blanco y negro, y es la ganadora del mes de noviembre 2013. Está editada en el Magazine de Sonymage.
Me inspiró el siguiente texto:

Nada ha cambiado, nos lo enseña la historia. Cuanto más grandes son, más ruido hacen al caer. Y la gente de pueblo siempre queda del lado de afuera, por suerte. Terminamos al fin siendo simples espectadores, tanto del ascenso como de la caída, se tome el tiempo que se tome el poder de turno entre una cosa y la otra. “Pan y circo” o pasteles y vidriera, el escenario que prefieran estar viendo, es igual. Mujeres y niños; grandes y chicos; “viejos peludos y pelados”; los que usted prefiera, todos alguna vez estarán, felizmente, parados detrás de la vidriera viendo caer el castillo de naipes. Porque lo edificaron con “ases y reyes”, pero igual se abaten, lo quieran o no. Está en su inextricable destino. Lo saben ya, el pasado se los dijo, e igual lo quieren edificar.
Está, parece-ya lo sabremos algún día- metido en la estructura genética que heredamos de nuestros antepasados: el ansia de dominar, y también la resignación de dejarlos hacer.
Por suerte, en los cromosomas está toda la información, y la memoria de los tiempos pasados aflora de todas maneras, más tarde que temprano-¡lástima!-pero aflora, y es imposible de contener o de parar. Existe la resignación, pero existe también la pulsión de la resistencia y de la rebeldía, y siempre a costa de precios que no importó nunca pagar. Si no los pagamos en esa ocasión, igual algo o alguien nos  lo termina cobrando de algún modo. Y nos siguen dando el dulce (o sólo mostrándolo), y les seguimos diciendo que lo queremos. Tenemos una especie de doble discurso temporal. Lo que pasa que los confites son tentadores, y el azúcar tiene ese efecto como el chocolate: algo adictivo, por decirlo de modo que se entienda. Hay explicaciones más enjundiosas, pero son difíciles de hacer entender. Por eso a la foto me remito, pues... “Una imagen vale más que mil palabras”, y más que las trescientas veintisiete de éste texto -por ende-, también.
                                                                                                                                Bernie

                                   




10 dic 2013

RESPONDIENDO A LA CONVOCATORIA

Escribía nuestro moderador Slictik: Hola amigos: Me gustaría que estas fechas navideñas fueran muy especiales para todos los "sonymageros". Aparte de otras actividades navideñas, me gustaría que los escritores, poetas y todo aquel que se nos quiera unir nos juntáramos en una maravillosa cabaña, en un bosque nevado, donde nos calentaríamos al fuego de la chimenea alimentada con troncos, donde cada uno llevara sus alimentos preferidos y sus bebidas navideñas y bromeáramos, haciéndonos regalos, montando el árbol navideño, el belén, saliendo a tirarnos bolas de nieve, a recorrer el bosque nevado en trineo a jugar con los animales en buena compaña y sobre todo a contarnos cuentos, recitar poesía o simplemente contar nuestras historias navideñas, cerca del fuego, con una copichuela en la mano, en paz y camaradería

Y MI RESPUESTA:
Amigos, amigos, vengan hacia acá y miren para abajo!, dijo el flaco de pelo largo. Al punto, los doce hombres dejaron sus lugares en la gran mesa que los juntaba, y respondiendo al llamado, curiosos, rodearon al muchacho y miraron hacia donde les indicaba.
A medida que se abría y se cerraba la puerta de aquella pequeña cabaña de piedra cubierta de nieve –que parecía sacada de una foto- y quedaban sobre la nieve hundidas las huellas de las personas que iban llegando, la expresión del rostro del flaco iba cambiando del asombro a la alegría, y rodeando con sus brazos a sus compañeros reflexionaba contento: eso es lo que pasa con algunos hombres en la tierra; están rodeados de pequeños milagros, pero no los viven como tales, y pierden, a veces, la capacidad del disfrute y del asombro, que no es el caso.
Se darán cuenta, prosigue, que lo que estamos viendo existe y no existe, es a la vez irreal y real, pero nadie lo siente así, o mejor aún, nadie lo quiere vivir así. Está el lugar lleno de emociones nuevas y de nuevos encuentros a cuerpo presente, más allá de donde estén en éste preciso instante sus verdaderos protagonistas. Se siente el crepitar de una leña artificial que arde, y la canasta de alimentos y bebidas la trae un personaje creado (y denme crédito, que de eso yo entiendo) por uno de los visitantes , que a la vez es imaginado por un escritor que aún no ha llegado, pero que se convoca a través de otros dos (uno es un millonario, y el otro representa a un fulano verborrágico y comilón, según su propia definición). Vean, y admiren con asombro, cómo es posible aún en estos tiempos -si hay voluntad- juntar lo real con lo imaginario, hacer cumplir los deseos viviéndolos y palpándolos como logros animados, y todo eso sucede antes de que suceda. Si esto no es un milagro, que venga mi Padre y diga, propone, dirigiendo su brazo y su mirada a un lejano butacón, donde estaba sentado el que todos allí conocían.
Es que sólo hace falta eso, como ya muchas veces les he dicho: el deseo de que algo se concrete, es la real fuerza creadora. El verbo es creador, y nuestros pensamientos y nuestras palabras sus instrumentos. 
Pero díganme si me equivoco, pues todavía ni siquiera es Navidad, yo aún no he nacido, y ya siento el ruido de las botellas descorchándose, el crujir de los turrones al partirlos para el convite, y las voces entremezcladas conociéndose y reconociéndose alrededor de una mesa (igual que nosotros) apostolando por la unión de los hombres y las mujeres para una tierra llena de paz y de armonía.
Es fantástico, de veras, que con un simple artificio electrónico, lo hagan posible. ¿Qué hubiera sucedido de haberlo sabido usar en aquellos tiempos? 
Bueno, lo hecho, hecho está, y no se puede volver atrás. El libre albedrío de esas personas definirá el final de esta real irrealidad.
Parecen ser personas de buena voluntad, a juzgar por sus actos. Propongo darles crédito, al menos, hasta el veintiséis, que es un jueves, y desearles que pasen felices fiestas. 
Y dejando que todo aquello que pasaba allá lejos, siguiese su rumbo deseado, volvieron sus pasos al lugar de origen.
Y allá lejos, pero ahora muy cerca, todo nacía y crecía: la llama en la estufa, el afecto entre las personas-personajes, y un calor que fundiendo la nieve alrededor de la cabaña asemejaba un halo de esperanza rodeando la raza humana, representada por los que quedaban dentro. 
Desde la ventanuca del costado se podía ver a uno de ellos que abriéndose paso, tomaba lugar diciendo: 
-Bueno amigos, éste (se supone), soy yo, Bernie. Si me dejan un lugarcito, acá cerca del fuego, comenzaré un pequeño relato verídico –un regalo sin moña ni papel- muy apropiado para estas fiestas, en donde se conmemora y se honra el nacimiento, la integración familiar y porqué no, el sentir ecuménico, que en nuestro caso particular, marca el tono de innumerables navidades festejadas año a año en mi casa (sea donde sea que estuviese) y siempre con la misma gente.
Reunidos alrededor de la mesa estábamos todos los veinticuatro de noche las dos familias: los Haber y los Muller y las abuelas de cada una de ellas, mi suegra Coca, y Esther, la suegra de mi amigo Meny.
Rosine (la gringa) y sus tres hijos: Mark, Tamara y Nathalie; la dueña de casa (mi esposa Zaira), y nuestros tres hijos: Matías, María Eugenia, Ana Inés, y yo, el judío Haber, que soy yo.
Han marcado –esas citas- un hito y una tradición insoslayable, y les contaré porqué. Cierto día y a punto de ahogarse en una peligrosísima playa esteña - por esas cosas del destino-, Zaira logra salvar la vida de Rosine, impidiendo que se ahogase. Desde ese momento, la madre (judeo-árabe) le dice a mi esposa que le debe la vida de su hija, y a pesar de ser judía religiosa, comienza a venir a nuestra mesa navideña, sin faltar a ninguna. Y con ella, el resto de nuestra familia-amiga. Por esa razón, y al no poder poner a la mesa ningún producto derivado del cerdo (por respeto a sus costumbres), yo asaba en esa oportunidad siempre un cordero, que era la predilección de doña Esther. Sobre la mesa navideña, alhajada con todos los motivos para la ocasión, había siempre una fuente de chinitos ( huevos duros rellenos, cortados y decorados de tal manera que parecían chinitos con sombrero y todo), la ensalada rusa ( papa, arvejas y zanahoria), los infaltables tomates rellenos de atún y mayonesa, ensaladas varias, frutos secos y alguna carne que siempre acompañaba en la parrilla al cordero de turno.
El hecho de ser yo judío, y mi mujer cristiana ( muy afín y apegada a las fiestas tradicionales, judías o no) le daba a esa mesa un tinte especial, pero que de los puramente cristianos –Coca y Zaira- las nueve restantes personas no lo fueran, lo hacía aún más destacable. Ecuménico le quedaba chico, como suele decirse. Era realmente la integración judeo-cristiana un hecho. Es cierto que anudada firmemente por viejos lazos de amistad. Conocí a mi amigo Meny a mis nueve años, y él conoció a Zaira a los dieciocho, y nosotros conocimos a la gringa a los “veintipico”, cuando vino de Londres a casarse con el uruguayo. Bueno, no será estrictamente un milagro, pero es milagroso, y así lo sentimos todos cada vez que nos reunimos otra vez.
La vida y sus circunstancias han achicado la populosa mesa, pero los que seguimos cerca, no faltamos a la convocatoria. Y otro milagro más para la lista: cerremos los ojos, recordemos lo que les contaba en “algo más que palabras”, rememoremos la foto que les subí de nuestra casa y entren, coman y beban. A las doce –porque es tradición- daremos rienda suelta al gozo, y en apretado abrazo nos desearemos (al mismo tiempo que acá) feliz navidad. Que así sea.


15 nov 2013

EN BUSCA DEL HÁLITO PERDIDO



                                 
  Sentada sola, meditando, poniendo a la mente flotar sin apurarla, como dejándola pastar a su antojo en los antes fértiles prados de la imaginación, dejaba pasar las horas con una mirada entre lejana y memoriosa, que se perdía hacia el horizonte, que también ella sentía que se desvanecía en el más allá.
Se le desdibujaba el panorama, y no clareaba a la justa medida de sus aspiraciones. Quieta, como ya supo entonces esperar, así, en esa languidez aparente, un torbellino de ideas se le amontonaban, pero nada hacía pensar en que algo la sacaría en breve de esa postura.
El aporte. “Esa es la cuestión”, parafraseaba en el disfrute, conocedora de pretéritos aciertos. Porque sí, de algún modo se sentía con cierto derecho a participar en los frutos del logro. Había sido, en su momento, promotora del  famoso parlamento. Susurrando una idea, salpicando una palabra por aquí, un verbo por allá, miraba ansiosa --cual una madre en el acto de fin de año- , esperando aquél instante de chispa creadora que le pusiera de alguna manera punto final a su esmerada tarea. Porque no es sólo motivación, de esa puede haber mucha. El meollo está en el aporte. En agregar algo de su propia cosecha. Ya no importa si tiene la influencia de éste o de aquél. Tiene que tener algo novedoso, como una lectura diferente, como un plato de comida conocido, pero con sabores nuevos, conquistadores de paladares tan desconocidos como exigentes. Esa era su labor. Para eso se había ganado, trabajosamente, su nombre más mentado: la musa inspiradora. Y no es fácil bajarse del podio. ¡Y que lo digan!  ¡Cuántos de sus entenados yacen en el más profundo de los olvidos, habiendo bebido en la copa del éxito hasta dejarla sin una sola gota, y ahora seca y abandonada, no calma ya la sed de su dueño, y queda guardada en desesperanzada espera.
 Además, los tiempos que corren no ayudan. A ella no la auxilian, al menos por ahora. Su hoy aparente aliada –la superestrella, la internet- le juega la mala pasada de haber aumentado significativamente la cantidad, pero no así la calidad  en el resultado final de su labor. Y se devanaba los sesos pensando en cómo volver a la tinta, la pluma y el papel, tan apreciados por ella.
Pero se tiene que rendir a la evidencia. Ya nunca más se caminaría por esos senderos, ni ya más se hablaría en ese rico idioma. Todo cambia, sería la consigna vencedora, y así había que asumirlo, o pronto tendría que dejar el paso, derrotada, a otra musa inspiradora mas actualizada y por qué no, más joven todavía.

Pero la experiencia y los años entregados a su saber y entender –porque “el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo”- deberían darle alguna ventaja. Y la ventaja consistía en no dejarse rendir. La resistencia que le otorgaba el entrenamiento, daría finalmente sus frutos. Un fulgor en los ojos, una leve tensión muscular, un aceleramiento en el latir, le hacían sentir que estaba de nuevo en carrera. Le había tocado a ella (por fin) ser blanco de la ayuda de su gran patrón; el gran creativo, el dueño del fin y del principio de las cosas. Ese no la podía dejar sola. Volvió entonces la mirada a aquél país tantas veces visitado, y en prolongado zoom, halló la archiconocida ventana por donde colarse, y ahora, dulcemente acariciadora, comenzaba a desgranar su regalo de certeras ideas, que dejaba sutilmente alojadas en la mente dormida pero en ansiosa espera.
Y el arte despertó, y el hombre despertó, y la mano despertó, y la idea germinó.
Ya sé dijo, "acordando" exaltado. Y así nació esa criatura que daría vuelta al mundo, que sería leída en innumerables idiomas. He aquí el aporte, la original manero de plantear aquel manido tema. Finalmente. Ahora a seguir con la cotidiana tarea, la más difícil, la multifacética y multitudinaria.
Vaya y toque en cada puerta.Vaya y susurre en cada oído. Dirija cada ojo y cada mano a nuevos objetivos, y serás de nuevo tan prístina como siempre quisiste ser.
Con el triunfo evidente en su rostro -"perversa polimorfa-, paladeando su premio lenta y profundamente, sintiendo todos los sabores de la victoria -como un niño que descubriera la mejor golosina-,deja su apoltronado sillón, y se dispone a viajar por el tiempo, rememorando -otra vez emocionada-aquellos (sus) inmortales versos: "podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía". Bernie
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La fotografía ganadora en el mes de noviembre en Sonymage.
"Golosina" por Israchamorro:


12 nov 2013

HER-MANOS ( una reflexión )




"La Mano"
"La Mano" que emerge de la arena en plena Parada 1 de la Brava se encuentra allí desde febrero de 1982, cuando el artista chileno Mario Irrazábal llegó invitado por la Intendencia de Maldonado para participar del Primer Encuentro Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre de Punta del Este.
Durante todo ese mes, la explanada frente a La Barra se convirtió en un insólito taller al aire libre, donde nueve artistas de diversos países trabajaban.
Irrazábal llegó con una maqueta de plástico y tuvo que improvisar el resto. Tardó seis días en completar la obra.
Con la ayuda de un soldador y de varillas de acero armó los dedos, que luego recubrió con una malla y unos ocho centímetros de estuco.

Tan pronto se convirtió en uno de los símbolos más distintivos de Punta del Este que fue el molde inicial para crear otras obras, que hoy se exhiben en varios países. Manos similares y del mismo autor se pueden ver en Madrid (desde 1987), en el desierto de Atacama (1992) y en Venecia (1995), con la misma fuerza de hito mágico.

Interpretación de la Mano: Significa la presencia del hombre en la naturaleza. (extraído de google)
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La otra foto fue tomada por Jens de Sonymage y titulada “COMO MANOS QUE EMERGEN DE LA TIERRA”.
Estoy como obligado a pensar que tenemos como una conexión en el  proceso de interpretar las cosas que vemos o que sentimos. No sería la primera vez que artistas de distintos continentes, llegan a vivir y plasmar en su arte, los mismos sentimientos y las mismas emociones frente ala vida o frente a las cosas. Porque así como el chileno vio la mano que emerge de la arena, nuestro fotógrafo sintió que los árboles eran  las manos emergiendo de la tierra. Y así como se interpreta a “La Mano” o a “Los Dedos” - como se conoce en todo el mundo-como la presencia del hombre en la naturaleza, también quizás se podría decir que esos árboles “personifican” la presencia de la naturaleza en el ámbito del ser humano.
Nosotros solemos decir “nuestros hermanos chilenos” y ellos nos llaman “nuestros hermanos uruguayos”, y la controvertida expresión “la Madre Patria” (cuando se nombra a España), nos convierte formalmente -también a uruguayos y chilenos- en hermanos, con nuestros hermanos españoles.
Pero lo que en ésta ocasión nos hermana realmente, son esas dos sugerentes fotos, que si (yo) supiese todos esos trucos fotográficos que hoy se pueden hacer con “la compu”, produciría una tercera foto en la cual las ramas-dedos del árbol del bosque, se entrelazaran con los dedos de la playa en fraterno y singular “apretón”.

Un apretón verdadero, no contaminado con intenciones proselitistas o de interés político. Un apretón artístico-se podría decir-, lleno de similitudes en la expresión y en la interpretación de lo que vemos a nuestro alrededor. Decía Atahualpa Yupanki      (cantautor argentino), “Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, y una hermana muy hermosa, que se llama Libertad”. Después de ver éstas fotos, y de escuchar esas coplas, siento que no necesito (ya más) que alguien “me eche una mano”. Bernie5422

11 nov 2013

HÁBIL DECLARANTE

                                                 HÁBIL DECLARANTE
“Mire señor juez”, comenzaba a decir el acusado de turno... Pero en realidad, yo debería relatar desde un poco más atrás el cuento, como un “racconto” de esos que vemos en las películas, en que la escena se pone difusa, como con ondas líquidas que la desdibujan, y el filme te traslada a un pasado que de alguna manera tiene que ver con ese momento. Como les decía, la cosa se entiende mejor, si vemos a el declarante el día del arresto, cuando luego de entrar al banco, saca de entre sus ropas el revólver, y tras tirar dos o tres tiros al aire, y empujar al piso a un desprevenido cliente, fue reducido en menos de diez minutos por tres hábiles vigilantes de la empresa de seguridad contratada por la entidad bancaria.
Pero en realidad, si nos ubicamos un poco más hacia atrás, y lo vemos parado frente a la puerta del banco, leyendo sin darse mucha cuenta el letrero colocado sobre el vidrio de la puerta, para que no pasara desapercibido para nadie que quisiese atravesarla e ingresar al banco, entenderíamos, tal vez, mejor el desarrollo de los acontecimientos que nos ocupan. En letras de molde, solicitaba, o mejor,  sugería (después veremos porqué mejor), con un solo vocablo, “TIRE”, y al salir, de similar tamaño, y a espaldas del anterior, uno en el que imperativamente decía “EMPUJE”.
-Justo a mí, se justificaba el hombre, que trabajo- como usted seguramente ya sabe, señor juez- en una empresa que me destina a hacer continuamente gestiones bancarias. Me tocaba ver varias veces al día, y en diferentes locales esos dos carteles. Es la finalidad que persiguen todas las campañas de publicidad. A ver si entiende mi punto de vista, argumentaba. Cada vez que yo atravesaba esas puertas, leía sin querer esos avisos, y subliminalmente -como se dice- la orden hacía carne en el subconsciente. Tire, empuje, tire, empuje, empuje, tire, empuje, tire. Yo llegaba a las inmediaciones de cualquier banco, y ya estaba martillando en mi cabeza la idea de que tenía que tirar y además, que debía de empujar. Comprende ahora, señor juez, que no he sido dueño de mis actos, me lo han sugerido, de lo contrario, no estaría yo parado acá frente a usted declarando por intento de robo. Soy, como verá usted, culpable e inocente al mismo tiempo. Pero voy  más allá, si usted me lo permite. También tienen en esas puertas  letreros que advierten que no se permite el ingreso de las personas con lentes oscuros, ni con gorros o sombreros que le tapen la cabeza. Todos entendemos que son medidas precautorias de seguridad, pero en lo que a mí compete, sólo le meten en la cabeza la idea de que taparse el rostro o la cabeza, o los ojos, son actos preparatorios para ejecutar actividades delictivas. Otra vez la publicidad con resultados antagónicos a los perseguidos. Todo hace pensar en un asalto. La cabeza tapada, los ojos irreconocibles, y otra vez, tire y empuje. A mí me resulta de lo más confuso, no sé a usted, señor juez. Además, si usted me lo permite, quisiera dejar constancia en actas, que más de una vez le he comentado, amistosamente, al guardia que siempre está apostado al lado de la puerta: “Si usted no tira, yo tampoco”, y hasta le he sugerido, ya que nuestro idioma es muy rico en sinónimos, cambiara el cartel por uno que dijese “JALE”  o, al salir, le he dicho que empujar, es de quienes tienen muy malos modales. Que también lo cambien, por ejemplo, por un dispositivo electrónico que la abra sola. ¿Y sabe porqué? : por la simple razón de que no hay sinonimia que no sea tan agresiva o más aún que el tristemente elegido “empuje”. Me tomé el trabajo de buscarlos y encontré otros como por ejemplo: expeler, arrojar, despedir, echar, eliminar, emitir, expulsar, lanzar, tirar, proyectar, disparar, abalanzar, derramar, emanar, extender. Ninguno me ha convencido. Salvo que usen el único que encontré y que si bien no suena apropiado, al menos tampoco suena demasiado violento: PROPULSE.   Seguro que todo esto que le digo es fácil de corroborar. Y otro sí digo, señor juez: ¿Verdad que el cuaderno de sugerencias duerme una prolongada siesta en el cajón en el que lo pusieron el día que abrieron la sucursal? Verifíquelo usted. Yo nunca he tenido la satisfacción de haber dejado por escrito una sugerencia, que haya sido tomada en cuenta, no sé Usted, pero a mí, siempre me ha pasado lo mismo. Por eso se la dejaba en persona al personal de vigilancia. Con el mismo resultado: ninguno.
Y así siguió declarando el hombre, hasta que por fin el juez bajó el martillo para - luego de emitir la sentencia- golpear sobre el importante escritorio que tenía por delante.

Y como se podrán imaginar, de muy poco le sirvió al protagonista de esta historia toda su labia, ya que cumple una larga condena, pues defendiendo el señor juez su decisión, le recordaba al acusado aquél viejo dicho popular: “Tiene usted toda la razón, pero marche preso”. Bernie5422 

10 nov 2013

DIALOGO LOCO FOTO( JASDG)- TEXTO



Título de la foto: Paranoia en una calle de pueblo (Jasdg,Sonymage)
¡Otra vez estamos en este otro lado de la ciudad!, ¿Pero se puede saber qué diablos te pasa, que cada vez que tenés o que tenemos un problema te creás un escenario complicado, como para hacer juego con esa sensación como de atrapado sin salida.....¿ Quién te creés que eres, el Jack Nicholson ?
-Sí, qué me importa lo que diga la gente. Si no les gusta que no miren, y vos no me digas porque en cualquiera de estas veces también te puede doler a vos. Y a usted, ¿ quién le dio vela en este entierro? Cierre esa maldita ventana y a la cama; y me pego en la cabeza todas las veces que quiero, y sí, o qué,¿ está prohibido?
Y acto seguido se arrodilló y sin piedad se golpeó repetidas veces-ahora en el piso-contra los adoquines de la calle, que rápidamente se tiñeron de rojo, como era de esperar.
-Te lo dije, no me vas a decir que no te lo dije, no sólo te estás lastimando, sino que también vas a estropear los pantalones nuevos y mirá que la sangre no es fácil de limpiar y ..... ¿Así que ahora es más importante un pantalón de mierda que ese dolor que no me deja vivir en paz? ¿ Qué pasa contigo, de golpe te has convertido en un insensible? Uyyy ¡ mirá esa gorda que salió a colgar la ropa....¿ Porqué no le pedimos que me lave el pantalón.eh?
Y mientras se decía eso, limpiaba torpemente con la manga de la camisa un hilo de sangre que ya le estaba entorpeciendo la visión del ojo izquierdo.
Otra que no tiene ni un poquito de solidaridad, mascullaba bajito, mirando acusador para arriba, hacia las ventanas. Ya se metió para adentro, y yo que reviente.
Al fin, algo bueno, recomenzó en voz alta. La puntada que te dije que tenía ya no la tengo más. Queda sólo ese calor en el cuero cabelludo, que si sigue esta fría cerrazón, al menos se me va a enfriar el coco un poco.
-No me hables, te he dicho mil y una veces. Mirate un poco, desgraciado. Sí, como un desgraciado en el medio de la calle, todo ensangrentado por una puntada de mierda en la cabeza y todavía hablando solo. ¿ Cómo querés que la gente no diga que estás un poco loco?
Y la cabeza le daba vueltas, porque lo que pensaba era como una puntada. Como una realidad aguijoneante, como una idea fija. Una idea atormentadora, lacerando la mente cual una aguja, pinchándole todo el tiempo, desde el cuero cabelludo hasta el corazón, ida y vuelta.¿ Porqué a ella y no a mí ? Y las paredes de esa calleja parecía que se acercaban una sobre la otra como para aprisionearlo y no dejarle mover. Y el piso adoquineado se arrugaba por la presión y le dejaba cierta inestabilidad que no le permitía estarse quieto parado sobre sus pies.
- ¡Quién lo viera, cual espantapájaros!, la camisa salida del pantalón, el pelo revuelto por los golpes y las sacudidas, y los brazos extendidos en cruz, para, inútilmente, intentar detener el avance de las amenazantes paredes.
Nada se podía ya hacer por él. La desesperación ya le había vencido, y la mente se había apoderado del cuerpo, comandando a su antojo. El diálogo consigo era cada vez mas confuso, cada vez más ininteligible, y las órdenes de bloqueo se disparaban a mil, hasta que, en estremecedor temblor, casi como una convulsión, los ojos le giraron hacia atrás , un sudor frío le lavó la frente y cayó. En realidad no cayó, se derrumbó mismo. El cortocircuito salvador ocurrió en el momento justo. Fuera de combate por defensa propia. Ya se despertaría mas tarde, como era habitual. Poco recordaría de ese evento, y se iría, vacilante el paso -casi con miedo-, lejos de esa cárcel de dos paredes con piso a cuadritos, y temerosos ojos le seguirían cautelosamente, hasta que se perdiera de vista. Y la calle quedaría otra vez en paz, una paz rayana con la locura. Bernie5422

7 nov 2013

EN COMÚN (foto-texto)

ABBA

EN COMÚN
No sabemos más que el nombre, pero conocemos sus otros apelativos: se llama Esperanza y también Desesperanza, algunos le llaman por Lucha y otros le dicen Resignación. Lo nombran el Ignoto, pero lleva el nombre de Todos y todos lo reconocen , y en su rostro se leen segundos nombres tales como el Iraní (que no proviene del vocablo ira, pero podría), o también Pacífico por sus apagados ojos, o el Rebelde por sus encendidos ojos. ¡Qué enigma en ese rostro, que lo dice todo y todo lo oculta!
En las grietas de su cara, en sus ropajes y en lo blanco de la barba se leen el pasado y el presente, pero no se intuye lo que vendrá. Entonces tomará el nombre de Incertidumbre o de Certeza. Así de fácil o de imposible. 
Detrás de su nombre-rostro-escudo, se esconden otros Abba: los que lo llevan por nombre y los que lo llevan por apellido; los que salen en los diarios, o los renombrados, o los políticos, o el cineasta, y hasta algún presidente se ha llamado así en ese país. Y también un famoso doctor. Y a todos ellos le toca a nuestro Abba representar, y a los que no he nombrado también. Porque el mismo color de piel los une, porque los une el mismo Dios -aparecido para algunos y desaparecido para los más-, y los une la guerra que los separa para siempre, la sangre que hierve y la que se coagula, y la paz que nunca llega, y los une el refrán que lo destaca porque “en todos lados se cuecen habas, pero en lo de Abba….calderadas”. Bernie5422

6 nov 2013

CUENTO PARA TRES- foto-texto-

* Dedicado a Sirius , el autor de las tres fotos de bosques otoñales; para Gregorio, autor del texto en que el árbol le cuenta al visitante del bosque todas las quejas que tiene gracias(?) a los desmanes del hombre en el planeta; y finalmente para Slictik cuyo personaje se perdió en el bosque y fue rescatado por la patrulla al otro día. Quedaba disponible sólo una foto y me gustó la idea de mezclar todo un poco.A ver qué les parece.....
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        -Puf, puf, puf, (suspiro y respiración profunda), mejor detengo un poco la marcha, porque siento que me falta el aire. Resuello un poco, me recuesto contra una rama gruesa del árbol más cercano a la senda por la que venía caminando, aflojo las correas de la mochila, me la quito, y doy unos tragos a la cantimplora. Dicen que hay que tomar poca agua en estas circunstancias, pero yo tengo sed y me importa poco el consejo, aunque esté bien dado. Más allá de la baja temperatura exterior, el ejercicio me provoca como una sensación de acaloramiento que confunde a la mesura, y me obliga a sacarme abrigo, cosa de la que después -cuando se seque el sudor-seguramente estaré arrepentido. Pero tampoco haré caso, y mas luego veré qué pasa.
Después de todo, nadie me obliga a hacer esta travesía por este sendero resbaladizo y húmedo, lleno de hojas húmedas y resbaladizas (no sé si soy claro), lo hago sólo de cabezadura. No más que por ese carácter podrido que tengo, que siempre debo hacer mi experiencia por mí solo ( valga la redundancia), y no tomo como referencia la de los demás. Porque uno me contó que se perdió y que se pasó la noche muerto de frío en el bosque; y el otro que no se perdió, pero –tal vez peor- me dijo como si tal cosa, que los árboles le hablaban o que un árbol le habló (que para mí es lo mismo, lo juro), así que acá estoy, tratando de llegar a atravesar el bosque, sin pena ni gloria, y si puedo, llegar a la cima del monte, a las famosas piedras. Después les podré contar si me he perdido o si me he quedado a charlar con el árbol parlanchín. ¡Un árbol que habla, habráse visto!
-Bueno, hora de reemprender la caminata. Para peor esa niebla que me queda por delante me desalienta un poco, y además de todo, la mochila me pesa más ahora que antes del descanso.
Y vuelta a andar, enderezó el rumbo, respetando el claro del bosque, y efectivamente se perdió. Porque atravesó la niebla y se internó en una especie de paraíso de hayas- que los catalanes llaman “fageda”- de tal hermosura que no sólo se perdió, sino que se lo ganó la magia de la arboleda, y para su sorpresa, el bosque todo le hablaba. No sólo un árbol. Le hablaba en ese idioma de los sonidos y los silencios, de los olores y los humores, de los aleteos y trinos, y del golpear de las gotas de rocío o de lluvia, al caer sobre las hojas bajas desde las ramas más altas. Por primera vez experimentó - en carne propia- aquello que tal vez le quiso decir el que le contó lo del árbol. Y el que se perdió, en realidad no se perdió, se dejó perder en el enigma del bosque; y el otro,se dejó decir por él. Ahora sonaba todo un poco más lógico, un poco más real y comprensible. Y cada minuto que pasaba, más se quería quedar atrapado en aquella telaraña de sensaciones boscosas, y cada vez menos ansiaba llegar a las cumbres borrascosas. Y no pudo menos que sonreír por lo que se le ocurrió pensar. Casi le sale un verso. Y hablando de poesía, sentía que se podría quedar así, todo el tiempo, contemplando (deslumbrado, igual que Machado) "el milagro del tronco centenario, de corteza blanquecina, que en la colina se dejaba lamer por un musgo amarillento". Y por qué no, tomarle una buena foto.

2 nov 2013

LOS CREATIVOS (COMPRENDIDO EN EL TALLER FOTO-TEXTO)

*Las dos fotos pertenecen a Juaninda de Sonymage. Una se titula " Hoy no hay baño" y la otra "Reto".






La gran sala de reuniones tenía una pantalla fijada a la pared en donde se proyectaban las diferentes propuestas para las campañas publicitarias a las que se enfrentarían tratando de mantener o conseguir los clientes que las financiaran. Por el momento se la veía vacía, con carpetas prolijamente ubicadas delante de cada asiento de la monumental mesa de roble, a la espera de ser ocupada por todo el directorio de la empresa de publicidad, y de los empleados destinados a presentar y defender sus ideas a propósito del asunto a vender y de cómo promoverlo.
Y así quedaría hasta el día de la presentación, de aquí en siete días. Hoy solamente se darían a conocer las bases sobre las cuales habría que trabajar, el producto y el eventual cliente.
Había llegado la hora y comenzaban a llegar de las diferentes secciones de la empresa los destinados a tomar contacto con la información. 
Y se prenden las luces de la pequeña antesala donde se reunirían previamente los ejecutivos y los creativos.
Contado así, desprovisto de emoción alguna, parece el comienzo de un trámite de venta cualesquiera. Pero no hay tal cosa, no señor. Se huele en el aire el nerviosismo. Llena esa pequeña atmósfera un torrente de adrenalina circulando a máxima velocidad y debajo de los pulcros y lustrosos zapatos, se esconden las pezuñas de jóvenes toros arañando el suelo prestos a la pelea por la supervivencia. Porque de última de eso se trata. Más allá de que cada quien desea o necesita tener aquella idea creativa y original que deje fuera de concurso a las demás, lo que en esa “arena” se pone en juego es que hay que conservar el puesto, y poder cobrar sueldos y comisiones toditos los meses y por varios años seguidos. Una lucha despiadada, sin cuartel y a primera sangre.
De la puerta del ascensor sale la presidenta de la firma, acompañada por un secretario que lleva la carpeta con todos los datos del evento, que después de un breve saludo se retira discretamente, como le habían sugerido.
Y toma la palabra la manda más. Lanza la ofensiva poniendo en manos de cada participante un sobre con dos sugestivas fotos tomadas por un famoso fotógrafo auspiciado por la empresa contratante. Una de ellas amenaza con una tormenta sobre la casi desolada playa, y la otra lo hace en pleno sembradío, probablemente una subliminal advertencia de que se avecina la "brainstorm", como se dice en la jerga publicitaria. Y anuncia que quién los contrataría sería una gran fábrica de ropa femenina para lluvia, botas de goma, telas impermeables transparentes etc. Y que la novedad es que además ampliaría a la brevedad su injerencia, ingresando al mercado "para ellas" en la India, y en los países del área musulmana, con las dificultades y el reto que eso implica, más allá del acostumbrado desafío comercial.
Y deja a todos los jóvenes-taurus con la mirada fija en las fotos, y el mandato de que las propuestas deberán estar sobre la mesa de la sala contigua, en una semana, sin falta.
Con su acostumbrado gesto, se despide de todos y cierra tras de sí la puerta, al mismo tiempo que la corta sesión. Bernie5422

29 oct 2013

EL CHARUTO ( FOTO-TEXTO)

                           EL CHARUTO

       -Las horas estaban destinadas a pasar despacio, muy despacio, aunque todos sabemos que todas y en todo el mundo, sólo pueden transcurrir a un ritmo de sesenta minutos por hora o, a lo más rápido que uno se pueda imaginar, a la vertiginosa velocidad de sesenta segundos por minuto, sin hablar -claro- de milisegundos, que en ese lugar es altamente improbable que algún día pudiera suceder.
Pero además, no disponía de ningún elemento con el cual poder medir alguna de estas variables. Es más, tampoco los podía conseguir, le estaban terminantemente prohibidos.
De modo que el tiempo le era intangible. Estaba ya resignado a esa situación, porque otra posibilidad no le quedaba, pero a pesar de ello, no cejaba en hacer algo –sin que se notara- para intentar revertirla.
Valga la contradicción aparente, tiempo, tenía de sobra, lo que no sabía, o mejor dicho, no podía, era mensurarlo en pequeñas porciones.
Y meditaba, y volvía a pensar en ello, y así todas las veces que se le antojara, pues no le importaba -daba igual- dedicarle todo el día, o parte de él, a escudriñar en el tema tratando de encontrar alguna solución que le diera consuelo.
Y el tiempo, inexorable (como se dice), seguía pasando. ¿Cómo evitarlo? Él al menos, no podía.
Con esa paciencia larga, interminable, tal cual la  de un preso, encontró , finalmente, su particular modo de medirlo, y lenta, pero eficientemente, puso en acción su tardío hallazgo.
Conseguiría, de a poco y de a una, para no despertar sospechas, y menos aún la curiosidad o la ira de sus celadores, preciadas hojas de tabaco, para así elaborar con sus propias manos un (ese, mejor) cigarro que encendería una vez al día, todos y cada uno de los días, desde el momento en que lo terminase de fabricar, hasta que ya no le dieran mas los dedos para poder mantenerlo prendido y poder aspirar de él.
La primera hoja que logró conseguir con alguien que le debía varios favores, y que le prometió hacerle llegar hasta la última que se necesitara, la recibió en el paseo del patio, en el habitual recreo de media hora que siempre tenían, y a plena luz del día.
A esa la guardó debajo del colchón, la conservó tal como alguna vez había aprendido a hacerlo, y la tuvo así a la espera de la segunda hoja. Y así, una a una, las fue disponiendo a medida que le llegaban a su poder, superpuestas de tal modo y enrolladas una con la otra, hasta formar finalmente aquel grueso cigarro que fumaría lo mas lentamente posible, pues después de ese, ya no fabricaría otro más. Eso, lo tenía decidido.
Así era el plan: como conservaba desde el día que ingresara  a su celda, un inofensivo trozo de tela como una sábana, con el que se había fabricado su turbante, le haría todos los días un fuerte, diminuto, y ajustado nudo, para recordar y poder contar todas las veces que había conseguido prender su cigarro.
Lo prendía. Le daba una primera y larga pitada, para luego, retener el humo, y así disfrutarlo al máximo en sus pulmones. Después, lo exhalaba lentamente, contando hasta diez, a la velocidad (eso creía, al menos) de un número  por segundo.
Y ya lo había encendido decenas de veces, y ya había vuelto a anudar el trozo de tela otras tantas, y así ahora podía saber con certeza, la cantidad de tiempo que había dedicado para fumar, y además también –contando los nudos- los días que había dedicado a ese entretenimiento. Estaba muy satisfecho, pues lo había logrado. Finalmente había podido asir el tiempo, medirlo, y se podría decir que por primera vez en muchos meses, también  apoderarse de él.
Y las uñas apenas podían sostener el pedacito de cigarro que le quedaba, y los resecos labios a duras penas podían ya dar aquella acostumbrada, larga y cotidiana pitada, y a la tela ya casi no le restaba paño para permitirle hacer un nudo más. Y todo sucedió como él había planeado y decidido muchísimos nudos atrás: cuando no pueda ya mas prender y fumar de mi cigarro, haré el último nudo, y daré –finalmente- mi tiempo por consumido. Mi tiempo. No el que me dieron, ni el que me quitaron. El mío, el que yo decidí cuándo empieza, cuándo termina, y para qué lo uso.
Desenvolvió el anudado turbante, ahora convertido en fuerte soga, exhaló la última pitada, y segundos después, colgando de la improvisada horca, echó a tiempo, antes de perder el sentido, una última mirada a su charuto, el querido compañero de sus últimas horas.

          Bernie5422