Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

12 jun 2014

LA TAREA Foto-texto

* La foto es de Gelucho y fue destacada. La tituló "cosiendo".  Me promovió una reflexión que comparto.



                                                                 LA TAREA                            
Para algunas cosas, la vida se nos hace corta, y a veces, hasta demasiado corta.  Para otras, en cambio, nos da de sobra. Parecería que no sólo depende del tiempo que disponemos, sino de qué manera o con qué intensidad lo utilizamos para realizar una tarea específica. Decía Winpi (escritor humorista uruguayo ) “el tipo argumenta que hace treinta años que hace tal cosa, como sentenciando que por eso lo hace perfecto”.  Pero no, escribía  el autor:                                          “hace treinta años que viene haciéndolo mal”.
A veces nos especializamos en algo, y logramos alto rendimiento y prolongado éxito.  Recuerdo que mi madre miraba esos programas culinarios en la tele, y a pesar de ello, siempre que comíamos en su casa, cocinaba alguno de los “especiales de la casa”.  Yo le tomaba el pelo, y le decía que ¿para qué tanta receta, si siempre comíamos lo mismo?  Me miró a los ojos y me dijo que los mejores restaurantes tienen dos, o a veces no más de un plato que los jerarquiza,  y que ella hacía lo mismo. Me dejó sin argumento.
Creo que en eso se basa la teoría de “las diez mil horas”. Si uno hace las cosas bien, y las repite esa cantidad de veces, le termina saliendo perfecto.  Finalmente  lo hace  “de ojos cerrados”, como se dice.
Leía hace muchos años, un ejemplar de “Selecciones” o “ Reader´s  Digest ” en la sección “ De la vida real ” y contaba de que se acusaba a una vieja de manejar sin lentes y de poner en peligro a los demás.  Casi ya sin argumentos para defenderse, la vieja abrió su bolso, extrajo de allí aguja e hilo, y le dio al juez para que lo enhebrara.  Tras de varios intentos infructuosos, el juez le devolvió la aguja y el hilo.  La vieja- sin lentes- y sin que le temblara la mano, enhebró de inmediato, y al primer intento, el hilo en la aguja, y se fue sin culpa ni cargo.
Había cumplido con el precepto de las diez mil horas.
Ustedes con el  “click” y nosotros con el “tip-tap”, debemos tender a eso.  A enhebrar lo que nos motiva en la tarea que tenemos entre manos, de tal modo, que al dar la puntada final, se nos reconozca el nudo. Nuestro propio nudo.
¿ Cuantas horas nos quedan ?   Bernie5422