Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

28 feb 2014

CONFUSIÓN EN EL CIELO......COMO EN LA TIERRA

* Volvió el moderador a solicitar fotos para que escribamos algo afín al edén o al paraíso.
La foto que seleccioné se titula Confusión en el cielo y la tomó José61 de Sonymage.
 La orden de desalojo ya estaba escrita y firmada, aunque alguien pudiera pensar que las cosas podrían haber pasado de modo diferente al que sucedieron.
El dueño del terreno era también el dueño del vecindario, y lo peor es que ninguno de los vecinos tendría la más mínima posibilidad de interferir, y menos de argumentar a su favor o en su contra, pues la suerte de esos dos estaba echada, igual que ellos, y deberían irse con lo puesto, que por otra parte no era gran cosa.
Desde que moraban allí, todas sus necesidades básicas estaban contempladas, y ellos no eran de esas personas acuciadas por el deseo de acumular nada.  Lo imprescindible les era más que suficiente, y a diferencia de las demás personas que conozco, se arreglaban con bien poco.
El clima les ayudaba, debo admitir.  En los lugares donde la temperatura ambiente no presenta demasiados cambios, y además suele ser cálida, tanto frutas como verduras crecen casi de la mano de Dios, como suele decirse, sin grandes esfuerzos, más que el de la recolección necesaria para la subsistencia diaria.
Y así todos los que allí habitaban.  Nadie pasaba necesidades, al menos hasta el momento en que todo cambió, y ya no se vivía el mismo clima que antes. Las cosas empezaron a estar confusas y se establecieron nuevas reglas, y con esas nuevas (malas nuevas debería decir) impartidas por el dueño, ya ellos no podrían estar nunca más tranquilos como antes.  Incluso había cambiado la relación entre los dos. Él tenía para ella una mirada diferente, que no le conocía, y eso le producía sensaciones extrañas nunca antes experimentadas.
Sin una madre que la aconsejara, y un padre adusto que jamás se la nombró, que por un lado no le negaba nada - mejor dicho, todo se lo daba-, pero por otro, bajo condiciones bien específicas, difíciles de comprender, no tenía muchas posibilidades de diálogo, y menos de tomar decisiones por sí sola.
Así que esa mirada la tendría que evaluar sin manejar muchos antecedentes. Estaba realmente confundida.
Sus amistades, aunque numerosas, tampoco le podían ayudar mucho.
Tal vez la orden de desalojo tuviese que ver con aquella mirada. Tal vez él sabía algo que ella aún no manejaba. Tendría que hacer uso de todas sus artes femeninas para al menos compartir “el secreto de sus ojos”. Más tarde confirmaría que ése era el camino.
Claro que todo tiene su precio, y disfrutar de esa mirada, y devolvérsela tal cual, sería finalmente la sinrazón del desalojo.
Sin explicaciones previas, sin posibilidades ni de voz ni de voto, sólo tener que acatar por acatar. Tan sólo porque había que respetar la nueva norma. Nada de libre albedrío. ¡Válgame Dios!
Acá, el que las hace, las paga, rezaba la advertencia. Ahí tenían que rezar hasta las advertencias.  No se salvaba nadie.
Y llegó finalmente el día aciago. Sin misericordia, sin contemplaciones y sin antecedentes a los que recurrir para recusar.Y los echaron a ellos, y los echaron a todos. Bueno, a todos no, a los budistas no, a los árabes tampoco, a las tribus indígenas que poblaron la América tampoco, a los esquimales menos (esos siempre vivieron en el frío polar) a los ateos ni te cuento, y la lista continúa, afortunadamente, en forma interminable, gracias a Dios. O no. 
Bernie5422            

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