Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

17 feb 2014

SENDAS CARTAS (una para cada una de las cuales)

La portera recibió del cartero la correspondencia y como era habitual, la distribuyó prolijamente en los casilleros que a esos efectos estaban colocados al pie de la escalera del edificio.
Un poco chismosa, o por esa incontrolable manía de los conserjes de conocer arte y parte de los ocupantes de cada departamento, no dejó de advertir que esa carta en particular provenía del norte del país y recordó al instante que la remitente era aquella muchacha que vivía en el tercer piso, en el tercero B.
Mirá,  pensó maliciosa, con que estas dos eran amigas o vaya a saber qué, ¡y con esa carita de mosquita muerta, quién lo hubiera dicho!  Claro que se refería a la remitente, no a la señorita Eloísa Moreno del tercero A, de quién sabía lo que había que saber.
Eloísa sacó el pequeño llavín que abría la puertita de su buzón, recogió los sobres y con agradable sorpresa descubrió la que le enviaba su antigua vecina. Me ha respondido, pensó, mientras recordaba el contenido de la postal que le escribiera en año nuevo, y subió al elevador con una tenue sonrisa que acompañaba también a un melancólico gesto.
Cuando llegó al tercer piso ya había leído al menos dos de las tres hojas y se quedó leyendo la última con una mano sosteniéndola  y con la otra- sin advertirlo- aferrada a la manija de la puerta plegable que ya había dejado entreabierta.
Fueron dos las razones de tal comportamiento: la ansiedad por saber porqué  su amiga le había escrito (sólo mantenían breves charlas telefónicas) y la otra porque tampoco recibía cartas de nadie, a lo sumo  pequeñas misivas de clientes, destinadas a concertar citas, porque por un tema de seguridad sólo las hacía por ese medio. Jamás le dio a nadie, salvo a Eli, su número de móvil.
Lo tenía por si alguna vez lo precisara de urgencia. Cuando por su trabajo necesitaba hacer una llamada telefónica, lo hacía en el público que estaba en la acera de enfrente, al lado del bar.
LA PRIMERA:
-“Querida amiga comenzaba diciendo, y luego, a continuación, le ponía al tanto de sus asuntos profesionales y le contaba también sobre su casa nueva, con estudio incorporado, y cómo eso le facilitaba una vida más tranquila, sin tantos desplazamientos, en una ciudad con tanto tráfico.
A propósito había dejado para el final los comentarios que tenían que ver con el tema de la postal.
“……y claro, te imaginas que no es para mí un asunto menor, en cuanto no lo es para ti, demás está decir. Más allá de que la cosa en sí misma es tema de preocupación para la mayoría de las personas, no todo el mundo tiene la valentía de compartirlo y menos de confesarlo.  Los solteros-genéricamente hablando- para no ser blanco de indeseables comentarios, y los en pareja para no sacar los trapitos al sol en asuntos que aparentemente deberían ser tema de dos, no de tres o vaya uno a saber de cuántos.
Me he alegrado mucho de tu paseo por el cielo, pero también siento  intriga por saber detalles: con quién; cuándo; y por sobre todas las cosas si se ha repetido.
Espero – si lo quieres hacer- me lo cuentes todo en otra carta, y no te olvides que debes  enviarla a mi nueva dirección. Te quiere, Mara.
LA OTRA:                       
“Querida Mara: tenía razón el que escribió ¡qué lejos los amigos y qué cerca! , pues es lo que sentí mientras te leía.
Además, me di cuenta de que extrañaba nuestras charlas en el bar.  Hacerlo por teléfono me cuesta, y esta alternativa se acerca más a la primera opción, al menos así me sucede, no sé a ti.
Te envié por una empresa de transportes un regalo para tu casa nueva (en realidad para el estudio), que creo que irá acorde a tu modo de decorar.  Lo puedes cambiar, porque es de una tienda que sé positivamente tiene sucursal allá donde vives.  Sí, sigo siendo una mujer práctica, como ves.
Bueno, al grano, que no te voy a dejar con la espina.  No te digo que había tirado la toalla, pero ya no me lo esperaba.  Tal vez allí radicaba todo.  El hombre era un tipo maduro, sin demasiadas urgencias y más dispuesto a disfrutar de su experiencia que simplemente de echarse un polvo más.  Y le dejé hacer.  Todo pasó en un tono apacible y confortable, y mientras él demostraba sus diversas formas de satisfacer a una mujer, sin apuro, yo podía desprenderme de mi actitud habitual y preferir disfrutar que hacer disfrutar. ¡maravillosa  experiencia!
Su habilidad consistía en saber de antemano sus limitaciones, y se dedicó a mí enteramente, reservando su momento para el final. ¡Un artista!  Siempre recuerdo que en un viaje de vacaciones en mi adolescencia, el padre de mi amiga nos preguntó si creíamos que el escultor encontraba la figura que había dentro del trozo de mármol, o, lo tallaba inventándolo.  Siento que tengo ahora la respuesta correcta.  Las dos cosas.  Él sacó lo que había latiendo en mi bloque, y además lo reinventó a su gusto y al mío. ¿Se entiende?
Por otro lado, la relación sigue, pero para tu información, con cama afuera, en su casa, no en la mía.  Si hay un futuro, tengo planes para él, si no, disfruto lo que tengo ahora.
Mi vida laboral no ha cambiado, sólo que separamos los territorios, porque él sabe que fue el primero y que será el único, pues se lo he hecho saber sin que le quepa la más mínima duda.  Soy una mujer acabada en el sentido más gratificante del término. Ja,ja,ja.
Te mando un cariñoso beso, y no descarto hacerme un tiempito e ir de visita. Eli
P.D: Buscá en youtube un tema “Teresinha” de Chico de Buarque ,y vas a entender totalmente lo que me pasa. Otro beso.

                                        Bernie5422

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