La portera
recibió del cartero la correspondencia y como era habitual, la distribuyó
prolijamente en los casilleros que a esos efectos estaban colocados al pie de
la escalera del edificio.
Un poco chismosa,
o por esa incontrolable manía de los conserjes de conocer arte y parte de los
ocupantes de cada departamento, no dejó de advertir que esa carta en particular
provenía del norte del país y recordó al instante que la remitente era aquella
muchacha que vivía en el tercer piso, en el tercero B.
Mirá, pensó maliciosa, con que estas dos eran
amigas o vaya a saber qué, ¡y con esa carita de mosquita muerta, quién lo
hubiera dicho! Claro que se refería a la
remitente, no a la señorita Eloísa Moreno del tercero A, de quién sabía lo que
había que saber.
Eloísa sacó el
pequeño llavín que abría la puertita de su buzón, recogió los sobres y con
agradable sorpresa descubrió la que le enviaba su antigua vecina. Me ha
respondido, pensó, mientras recordaba el contenido de la postal que le
escribiera en año nuevo, y subió al elevador con una tenue sonrisa que
acompañaba también a un melancólico gesto.
Cuando llegó al
tercer piso ya había leído al menos dos de las tres hojas y se quedó leyendo la
última con una mano sosteniéndola y con
la otra- sin advertirlo- aferrada a la manija de la puerta plegable que ya había
dejado entreabierta.
Fueron dos las
razones de tal comportamiento: la ansiedad por saber porqué su amiga le había escrito (sólo mantenían
breves charlas telefónicas) y la otra porque tampoco recibía cartas de nadie, a
lo sumo pequeñas misivas de clientes,
destinadas a concertar citas, porque por un tema de seguridad sólo las hacía
por ese medio. Jamás le dio a nadie, salvo a Eli, su número de móvil.
Lo tenía por si
alguna vez lo precisara de urgencia. Cuando por su trabajo necesitaba hacer una
llamada telefónica, lo hacía en el público que estaba en la acera de enfrente,
al lado del bar.
LA PRIMERA:
-“Querida amiga
comenzaba diciendo, y luego, a continuación, le ponía al tanto de sus asuntos
profesionales y le contaba también sobre su casa nueva, con estudio
incorporado, y cómo eso le facilitaba una vida más tranquila, sin tantos
desplazamientos, en una ciudad con tanto tráfico.
A propósito había
dejado para el final los comentarios que tenían que ver con el tema de la
postal.
“……y claro, te imaginas
que no es para mí un asunto menor, en cuanto no lo es para ti, demás está
decir. Más allá de que la cosa en sí misma es tema de preocupación para la
mayoría de las personas, no todo el mundo tiene la valentía de compartirlo y
menos de confesarlo. Los
solteros-genéricamente hablando- para no ser blanco de indeseables comentarios,
y los en pareja para no sacar los trapitos al sol en asuntos que aparentemente
deberían ser tema de dos, no de tres o vaya uno a saber de cuántos.
Me he alegrado mucho de
tu paseo por el cielo, pero también siento
intriga por saber detalles: con quién; cuándo; y por sobre todas las
cosas si se ha repetido.
Espero – si lo quieres
hacer- me lo cuentes todo en otra carta, y no te olvides que debes enviarla a mi nueva dirección. Te quiere,
Mara.
LA OTRA:
“Querida Mara: tenía
razón el que escribió ¡qué lejos los amigos y qué cerca! , pues es lo que sentí
mientras te leía.
Además, me di cuenta de
que extrañaba nuestras charlas en el bar.
Hacerlo por teléfono me cuesta, y esta alternativa se acerca más a la
primera opción, al menos así me sucede, no sé a ti.
Te envié por una
empresa de transportes un regalo para tu casa nueva (en realidad para el
estudio), que creo que irá acorde a tu modo de decorar. Lo puedes cambiar, porque es de una tienda que
sé positivamente tiene sucursal allá donde vives. Sí, sigo siendo una mujer práctica, como ves.
Bueno, al grano, que no
te voy a dejar con la espina. No te digo
que había tirado la toalla, pero ya no me lo esperaba. Tal vez allí radicaba todo. El hombre era un tipo maduro, sin demasiadas
urgencias y más dispuesto a disfrutar de su experiencia que simplemente de
echarse un polvo más. Y le dejé hacer. Todo pasó en un tono apacible y confortable,
y mientras él demostraba sus diversas formas de satisfacer a una mujer, sin
apuro, yo podía desprenderme de mi actitud habitual y preferir disfrutar que hacer
disfrutar. ¡maravillosa experiencia!
Su habilidad consistía
en saber de antemano sus limitaciones, y se dedicó a mí enteramente, reservando
su momento para el final. ¡Un artista! Siempre recuerdo que en un viaje de vacaciones
en mi adolescencia, el padre de mi amiga nos preguntó si creíamos que el
escultor encontraba la figura que había dentro del trozo de mármol, o, lo
tallaba inventándolo. Siento que tengo
ahora la respuesta correcta. Las dos
cosas. Él sacó lo que había latiendo en
mi bloque, y además lo reinventó a su gusto y al mío. ¿Se entiende?
Por otro lado, la relación
sigue, pero para tu información, con cama afuera, en su casa, no en la mía. Si hay un futuro, tengo planes para él, si no,
disfruto lo que tengo ahora.
Mi vida laboral no ha
cambiado, sólo que separamos los territorios, porque él sabe que fue el primero
y que será el único, pues se lo he hecho saber sin que le quepa la más mínima
duda. Soy una mujer acabada en el
sentido más gratificante del término. Ja,ja,ja.
Te mando un cariñoso
beso, y no descarto hacerme un tiempito e ir de visita. Eli
P.D: Buscá en youtube
un tema “Teresinha” de Chico de Buarque ,y vas a entender totalmente lo que me
pasa. Otro beso.
Bernie5422
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