Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

11 ene 2014

¡¡¡BAJÓ LA MANZANA!!!


Coreado de ese modo, al estilo de cualquier feria vecinal de frutas y verduras, parecería una banal situación de oferta y demanda, de mercadeo sencillo, en donde  se intenta aumentar la demanda con sólo hacer una rebaja en el precio del artículo a vender.
Otra cosa es en boca del genio Isac Newton, que como todos los de su profesión, sólo estaban preocupados en descubrir las leyes físicas que organizan y mandan a los elementos de la naturaleza. Y para él no hay más gravedad que esa, en el tema que nos ocupa. La famosa “ley de la gravedad” está dirigida a saber cuál es el destino, y a qué velocidad logra llegar a él el fruto del manzano. Y nada más. La cosa moral o ética aparentemente no entraba en el juego.
En cambio, el que inventó esa fuerza, mas todas las gravedades posibles, se ve que no opinaba lo mismo. Que la manzana se desprendiera del árbol, cómo; cuando; y quién ejercía la presión necesaria para que esto sucediese, era de vital importancia, y la gravedad estaba en juego. Y como veremos, el destino de la raza humana también.
Y no se pagaba el precio solamente por adquirirla, no señor. Cuando la mordías, y sólo a partir de ese momento se hablaba del verdadero precio de dicha fruta. Parecería que la tal inocente manzanita, llevaba consigo el especial atractivo de representar el irrefrenable deseo carnal, personificando  el pecado original, nada menos.
Me detendría  un momento para intentar entender algunas cosas, referentes a la denominación original de los elementos, y éste en particular.
El maracujá o fruto de la pasión en realidad le robó el nombre a la manzana, según yo veo. Si la pasión se concretaba con sólo morder de la fruta del manzano, en realidad debería ser su fruto llamado así y no el del maracujá. Pero los caminos del señor son…..y no creo ser yo quien pueda develar todos sus misterios. Pero que me queda ese reproche en el garguero, me queda. Hay cierta incongruencia, no me digan que no.
Después, todo el tema del destino de la raza humana, que no sé qué hubiese sido de él si Adán controlaba su predilección por la dieta de frutas en compañía de Eva, el otro comensal allí presente. ¿Cuántos seríamos ahora? Otro de los insondables misterios. Porque los leones y leonas podían procrear leoncitos, y los corderos podían ver crecer sus corderitos, y todos en paz. Pero y los hombres…, ¿cuándo verían a sus hombrecitos?. Eso me pregunto yo.
Al fin y al cabo, era una cuestión de sólo bajar el precio de la manzanita, como pasa en nuestros tiempos y desde hace ya muuuucho tiempo, pero no gracias a Dios, claro. Que la cosa no sea tan grave y que además se haya multiplicado en forma exponencial el número de oferentes y demandantes, no sólo influyó en el costo del producto, sino también en los efectos secundarios que se producen al probarlo.
El sexo es maravilloso. ¡Qué chocolate ni que ocho cuartos; ni caminata al sol en la ribera de la playa…, y dale con las endorfinas! Una buena encamada y todas las gravedades caen por su propio peso, valga el comentario concluyente. Sólo hay que ver la cara de satisfacción de los consumidores, en adelante los pecadores.
Y en esa estamos. Primero nos crean, después nos inyectan el deseo junto con la prohibición, y para colmo de males, agregan el máximo castigo, y arréglatelas como puedas. Para peor, Adán y Eva no tenían muchos con quién consultar. Y la vecina, como casi todas, era una víbora, y no se podía mucho uno confiar en sus comentarios. Estaban solos, a la buena del señor, como se dice. Como se dice mal, corrijo. Al menos en éste particular caso.
No lo termino de entender, como dije. Te otorgan el libre albedrío, pero preparate para la paliza si lo ejercés. No era fácil. Y no se podía follar escondidos en el follaje (que de ahí viene su nombre) a escondidas, Él todo lo sabría, tarde o temprano.

De modo que debo concluir que todo se lo debemos a esa audaz parejita, que dispuesta a pagar el más elevado precio al que ha llegado históricamente una sola manzana, nos ha hecho muy felices, o al menos satisfechos, la mas de las veces. Alabados sean.
                           Bernie

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