Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

29 ene 2013

LA FRANJA DE GASA

LA FRANJA DE GASA
Nací en el 48, al tiempo que se festejaba la independencia y la creación del Estado de Israel.
No conocí personalmente ese país hasta pasados mis cuarenta,
y sólo viví sus conflictos bélicos desde la diáspora.
Ateo, despojado de vínculos religiosos que podría haber dejado en mi casa el abuelo paterno, ( que tenía en su sinagoga asiento propio y una chapita de bronce atornillada en donde estaba labrado su nombre), y criado en una familia judía tradicional, tampoco cursé mis estudios en ninguno de los varios institutos de enseñanza judíos o hebreos que funcionaban en mi ciudad natal.
Por eso, Israel era un nexo, pero, sostenido tan sólo ( que no es poco ) por fuertes lazos étnicos a los que siempre me sentí vinculado.
Me llegó la hora, como a muchos, de visitar esa tierra y de paso ver a parte de mi familia materna, que hacía ya muchos años había emigrado ( hecho la alía, como se dice en hebreo ) y tantos años habían pasado desde ese momento , como años habían corrido sin volver a verlos.
Es un país chico, pero largo, y se sentían los kilómetros que nos separaban del aeropuerto Ben Gurión hasta llegar a la casa de uno de mis primos que vivía casi en el extremo más alejado de nosotros. Alquilé para esos efectos una cómoda Van con la que poder pasear con mis familiares, y visitar todo sin tener que quedarme en sus respectivas casas sin conocer nada.
Por eso de las dificultades de coordinar los diferentes horarios de trabajo y los espacios de recreación, de repente quedé yo sólo y hasta pasado el shabat, no podría poder salir de nuevo a pasear con ellos.
Me subí a la camioneta y sin pensar mucho, (total, todo para ver sería nuevo para mí), arranqué y no paré hasta que sentí hambre y busqué donde comer algo.
Mientras revisaba las góndolas y me regodeaba con la visión de comidas locales que -especialmente- siempre me gustaron, levanté la vista y ví una muchacha que frente a mí, también seleccionaba alguna cosa en la góndola de enfrente. Morocha, vestida a lo moderno: pantalones , blusa suelta, pero que descubría sin mucho esfuerzo un delgado cuerpo , pero sustancioso, por decirlo para que se entienda. El pelo , como dije, hacía juego con sus ojos mediorientales y lo llevaba atado con un largo pañuelo de fina tela, cuidadosamente desarreglado alrededor de su cabeza.
Nos juntamos en la cola de la caja registradora y creo que allí fue que me registró, valga la asociación de ideas. Salgo, y sacando un mapa turístico, me acerco a ella, me dirijo en inglés, y le pregunto cualquier cosa con tal de entablar alguna conversación que nos involucrase. Involucrar es, sin dudar, el verbo clave con el que conjugar su próximo destino y obviamente también el mío.
No sé cómo, pero sonaron las trompetas de Jericó, y se cayeron ( si es que alguna vez existieron ) en poco tiempo, las invisibles murallas que existen habitualmente en el “asalto” de un hombre a una mujer. La verdad que no se rindió, hizo su opción, y descubriría yo mas tarde, que también a ella le sorprendió la velocidad con que se desenvolvieron los acontecimientos que nos ligaran.
La muchacha eligió los lugares ( jugaba de local ): el barcito donde tomar algo fresco, y el simpático hotelito sobre el mediterráneo donde nos alojaríamos.
Me dí una rápida, previa y refrescante ducha, y toalla en la cintura abrí de par en par la ventana de la habitación, desde donde además de una vista espectacular del mar, aprecié en todo su recorrido, al voltearme, la figura de esa preciosa morocha que apenas tapaba su cuerpo con el pañuelo que antes rodeara sólo su cabeza.
Hagamos el amor y no la guerra ( pensé tragicómicamente ), y al rato de tener desconocido, pero muy buen sexo, quedamos casi muertos, exhaustos.
Tirada al costado de la cama, reposaba también, aquella larga, seductora, y sedosa franja de gasa.
Bernie5422
* de última soy un romántico, y me pareció adecuado redactarlo en Arabic Typesetting.

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