Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

25 ene 2013

UNA BOTELLA, DOS MUJERES Y YO.

Yo estaba en aquel comercio hacía ya un tiempo y no me movía de mi lugar, a la espera de que me reconocieran y me dieran una mano.Esta vez, fueron dos mujeres, y una de ellas alargando el brazo y con una melancólica mirada, me tomó suavemente al tiempo que le decía a la otra : esta se la llevo a mi hermano.
Pidió que me envolvieran para regalo, y comenzé a viajar.
No es lo mas divertido del mundo, pero el destino que yo llevaba para mí, hizo que superara calladita los mas de 12000 kilómetros de vuelo.

Ya estábamos instaladas en la primera fila del ómnibus ( conseguimos arriba, en el segundo piso) que nos llevaría finalmente hasta Montevideo, y vería por fin a mi familia, que se había ido de Turquía hacía ya treinta años.Mi hermano, su mujer y mi sobrina uruguaya.Como tenía miedo de que se me rompiese, la arropé y la llevé conmigo en mi bolso junto con la cartera, y la minerva que uso cuando viajo.Ellos me estarían esperando en la plaza " Cuba " en la que me tendría que bajar, al igual que aquella vez hace ya muchos años.
Mi compañera de viaje dormía y no tardé yo también en hacerlo hasta que llegamos a la frontera.

Me llamaron la atención esas dos mujeres que hablaban ( la morocha, mayor, lo hacía muy fuerte ) un idioma que no pude reconocer, y me intrigó eso desde que las oí haciéndolo en la cola del check in.
Por esas cosas de los viajes, lo hicimos juntos instaladas ellas en dos asientos vecinos al mío, (el tres ) , que siempre utilizo cuando viajo solo, porque me estiro cómodo, coloco mi maleta debajo de las piernas, y así no se me hinchan tanto en un viaje carretero de mas de ocho horas. Me costó una discusión con el chofer, pero al fin me dejó subirla conmigo.
Después, en la frontera, justo después de ellas, pasaporte en mano, le pregunté a la de migraciones de dónde eran esa dos mujeres, así, aunque no lo entendiera, por lo menos sabría su origen.En turco hablaban.

Me despierto, sobresaltada, justo a tiempo para reconocer que estábamos en Plaza Cuba y el chofer no hacía nada que hiciese pensar que se detendría. En un grito,( en realidad en dos palabras ) salté de mi asiento, sacudí a mi compañera y bajando la escaleras le golpeé la puerta al chofer para que se detuviese, al tiempo que le reclamaba en las dos palabras que en castellano había aprendido:
¡ Plaza Cuba,Plaza Cuba, Plaza Cuba y mi angustia crecía y el ómnibus seguía. ¿ y mi hermano....qué pasaría ahora ? Nosotras solas, las valijas,sin conocer esa ciudad, sin idioma, ( hablo inglés ), pero ni el chofer ni las personas que debían haber descendido en la famosa placita , lo hacían. En inglés le grito que no tengo plata, que mi hermano me esperaba en ese lugar.El chofer, según me explicaron dspués, de malos modos responde que no tiene la bola de cristal , y que no iba sin saberlo previamente, a parar en ese destino.

La gritería me despierta y la morocha ya estaba abajo, al tiempo que la otra recogía apresuradamente todo lo que tenían en los asientos .Me quedo solo, voy entendiendo el conflicto que se estaba desarrollando en el otro piso y, por esa cosas de la solidaridad con el turista ( que también yo he necesitado alguna vez), bajo la escalera y en un inglés de poco vocabulario ( pero buena pronunciación) le ofrezco mi auto, que había dejado estacionado cerca de la terminal, y calmándola, le digo que yo las llevaré hasta Plaza Cuba.

Yo, quietita , bien arropada, espero mi destino, adentro se ese bolso que esa señora llevaba firmemente agarrado de su mano.No entiendo mas que turco,me llaman Raki,( fuerte la k al final y la i queda como mordida y casi inaudible ) y soy una bebida autóctona y muy popular en mi país.

Bueno , Dios existe ( soy musulmana , creyente ) pero es una forma de decir. Ese desconocido, que por suerte me habla en ingles, me dice que me tranquilice, que no hable mas con ese chofer, que es un abusador  de poder y que no tendría yo éxito en mis reclamos , por mas que le gritase.

Busco mi celular, llamo a la casa del hermano, le cuento lo sucedido y concertamos una cita en la placita del conflicto.
Ya en el auto, sentada detrás mío la otra mujer, que no hablaba inglés, sin entender las palabras de agradecimiento que me prodigaba efusivamente su compañera. Pero todo no eran palabras, pues mientras las decía, hurgando en su bolso de mano, sacó de entre sus ropas una botella delicadamente envuelta en blanco papel sedoso y me la ofreció de regalo .La rechacé; le dije que yo no era el destinatario original, que la disfrutara con quien había pensado hacerlo y, tire y afloje, yo que no y ella que sí, hasta que por detrás de mi asiento, la esconde.
Solo otra vez, y ya manejando, estiro curioso la mano y la botella no estaba. Detengo el coche y , busco inutilmente por detrás. No estaba. Suena el celular, y la voz de la sobrina de la dueña de la botella, me dice que la amiga - que no había entendido nada- la había llevado consigo, y que la tía estaba como loca porque quería que yo me hubiese quedado con ella ( con la botella, claro ).
Le digo que no ( firme, pero cálidamente ), que así tenía que ser, ( cosa que internamente verdaderamente yo sentía ) y que de última brindaran por mí, y seguí viaje.

Yo estoy aquí, en el medio de una mesa , cumpliendo mi inefable destino, rodeada de manos con vasos que se entrechocan brindando conmigo por el ansiado reencuentro, y por una persona de la cual no sabemos ni el nombre.
                                                                                                                Bernie
* conseguí, el nombre del maldito y maleducado chofer, y ya se va a enterar , a su debido tiempo, de mi queja. Eso, también lo pondré por escrito.



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