Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

20 oct 2013

NO SOY DE MADERA....


Porque la verdad, ella siempre habla de que soy un hombre sin sentimientos; lo que les confieso, así, entre nosotros: no es cierto. Es, de última, una cuestión de sensibilidades, o un asunto que tiene que ver con desde dónde se ponen en evidencia las emociones.
Y no es la primera vez que estamos en esta encrucijada, y cada uno en orillas paralelas, pero separadas por un río , a veces manso; a veces turbulento y torrentoso. Y hoy estamos en unos de esos días.
Y no le puedo cargar las culpas a los desarreglos hormonales, sería muy fácil, amén de difícil de justificar, especialmente para una mujer, que siempre son blanco de estas suposiciones, por no decir acusaciones. De modo que no me subiré a ese carro. No con ella.
El tema pasa seguramente por otro andarivel, y no es el biológico. Tiene que ver, casi seguro, con la impronta familiar de cada uno de nosotros dos, con la historia personal, la educación, los patrones de conducta aprendidos en casa, cuando de chicos como una esponja absorbíamos los entredichos de nuestros mayores. Y ahí está el nudo que cada uno tiene la dificultad de desanudar.Que mamá esto, que mamá aquello, y otro tanto con papá y/o con los hermanos.
Y ella no sé donde está ahora, cuando yo estoy en este banco de plaza, pensando que todo se puede ir a la mierda, sólo por la famosa incompatibilidad de caracteres. ¡Qué incompatibilidad, ni qué ocho cuartos! Si eramos dos almas gemelas. El uno hecho para el otro, además de que nos juntamos tan jóvenes como se usa ahora. Ambos habíamos tenido experiencias de vida en pareja que no resultaron, pero nos conocimos y no dudamos en que lo nuestro era un futuro en común. Y ahora estoy abatido, sentado en este banco duro de madera, con el culo a rayas, y sin ganas de nada.
Bueno, sin ganas no, sin muchas fuerzas para remontar otra vez la misma situación. Por otro lado pienso: si no pongo de mí, y cedo en la convivencia a sus demandas, tampoco podré saber si el esfuerzo valió la pena.Y otra como ella, difícil. Además, de hecho, lo cierto, es que no soy de madera. Así que bueno, al mejor estilo de Pinocho, transformemos esta dura situación en una propuesta de carne y hueso, que flexibilice la tirantez, y que haga volver la concordia y la paz a nuestra casa.
No tenemos hijos y ......Y ahí se le aclaró todo de pronto. Dejaría la plaza, el banco, y la desazón, e iría a buscarla, y a decirle que tenían que dejar de exigirse mutuamente cambios, y que el mejor camino es el de la aceptación construida en el amor y en la cotidianidad. Y por sobre todas las cosas cambiar la soledad por la compañía.
 
Y se fue solo, caminando lentamente, pero ya sintiendo que pronto serían otra vez dos, o quizás más.



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