Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

12 dic 2013

CHOCOLATE POR LA NOTICIA...¡Que no es uno, que son miles!

"La caída de un imperio" . La foto es de Israchamorro, es en blanco y negro, y es la ganadora del mes de noviembre 2013. Está editada en el Magazine de Sonymage.
Me inspiró el siguiente texto:

Nada ha cambiado, nos lo enseña la historia. Cuanto más grandes son, más ruido hacen al caer. Y la gente de pueblo siempre queda del lado de afuera, por suerte. Terminamos al fin siendo simples espectadores, tanto del ascenso como de la caída, se tome el tiempo que se tome el poder de turno entre una cosa y la otra. “Pan y circo” o pasteles y vidriera, el escenario que prefieran estar viendo, es igual. Mujeres y niños; grandes y chicos; “viejos peludos y pelados”; los que usted prefiera, todos alguna vez estarán, felizmente, parados detrás de la vidriera viendo caer el castillo de naipes. Porque lo edificaron con “ases y reyes”, pero igual se abaten, lo quieran o no. Está en su inextricable destino. Lo saben ya, el pasado se los dijo, e igual lo quieren edificar.
Está, parece-ya lo sabremos algún día- metido en la estructura genética que heredamos de nuestros antepasados: el ansia de dominar, y también la resignación de dejarlos hacer.
Por suerte, en los cromosomas está toda la información, y la memoria de los tiempos pasados aflora de todas maneras, más tarde que temprano-¡lástima!-pero aflora, y es imposible de contener o de parar. Existe la resignación, pero existe también la pulsión de la resistencia y de la rebeldía, y siempre a costa de precios que no importó nunca pagar. Si no los pagamos en esa ocasión, igual algo o alguien nos  lo termina cobrando de algún modo. Y nos siguen dando el dulce (o sólo mostrándolo), y les seguimos diciendo que lo queremos. Tenemos una especie de doble discurso temporal. Lo que pasa que los confites son tentadores, y el azúcar tiene ese efecto como el chocolate: algo adictivo, por decirlo de modo que se entienda. Hay explicaciones más enjundiosas, pero son difíciles de hacer entender. Por eso a la foto me remito, pues... “Una imagen vale más que mil palabras”, y más que las trescientas veintisiete de éste texto -por ende-, también.
                                                                                                                                Bernie

                                   




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