HÁBIL
DECLARANTE
“Mire señor
juez”, comenzaba a decir el acusado de turno... Pero en realidad, yo debería
relatar desde un poco más atrás el cuento, como un “racconto” de esos que vemos
en las películas, en que la escena se pone difusa, como con ondas líquidas que
la desdibujan, y el filme te traslada a un pasado que de alguna manera tiene que
ver con ese momento. Como les decía, la cosa se entiende mejor, si vemos a el
declarante el día del arresto, cuando luego de entrar al banco, saca de entre
sus ropas el revólver, y tras tirar dos o tres tiros al aire, y empujar al piso
a un desprevenido cliente, fue reducido en menos de diez minutos por tres
hábiles vigilantes de la empresa de seguridad contratada por la entidad
bancaria.
Pero en
realidad, si nos ubicamos un poco más hacia atrás, y lo vemos parado frente a
la puerta del banco, leyendo sin darse mucha cuenta el letrero colocado sobre
el vidrio de la puerta, para que no pasara desapercibido para nadie que
quisiese atravesarla e ingresar al banco, entenderíamos, tal vez, mejor el
desarrollo de los acontecimientos que nos ocupan. En letras de molde,
solicitaba, o mejor, sugería (después
veremos porqué mejor), con un solo vocablo, “TIRE”, y al salir, de similar
tamaño, y a espaldas del anterior, uno en el que imperativamente decía
“EMPUJE”.
-Justo a mí,
se justificaba el hombre, que trabajo- como usted seguramente ya sabe, señor
juez- en una empresa que me destina a hacer continuamente gestiones bancarias.
Me tocaba ver varias veces al día, y en diferentes locales esos dos carteles.
Es la finalidad que persiguen todas las campañas de publicidad. A ver si
entiende mi punto de vista, argumentaba. Cada vez que yo atravesaba esas
puertas, leía sin querer esos avisos, y subliminalmente -como se dice- la orden
hacía carne en el subconsciente. Tire, empuje, tire, empuje, empuje, tire,
empuje, tire. Yo llegaba a las inmediaciones de cualquier banco, y ya estaba
martillando en mi cabeza la idea de que tenía que tirar y además, que debía de
empujar. Comprende ahora, señor juez, que no he sido dueño de mis actos, me lo
han sugerido, de lo contrario, no estaría yo parado acá frente a usted
declarando por intento de robo. Soy, como verá usted, culpable e inocente al
mismo tiempo. Pero voy más allá, si
usted me lo permite. También tienen en esas puertas letreros que advierten que no se permite el
ingreso de las personas con lentes oscuros, ni con gorros o sombreros que le
tapen la cabeza. Todos entendemos que son medidas precautorias de seguridad,
pero en lo que a mí compete, sólo le meten en la cabeza la idea de que taparse
el rostro o la cabeza, o los ojos, son actos preparatorios para ejecutar
actividades delictivas. Otra vez la publicidad con resultados antagónicos a los
perseguidos. Todo hace pensar en un asalto. La cabeza tapada, los ojos
irreconocibles, y otra vez, tire y empuje. A mí me resulta de lo más confuso,
no sé a usted, señor juez. Además, si usted me lo permite, quisiera dejar
constancia en actas, que más de una vez le he comentado, amistosamente, al
guardia que siempre está apostado al lado de la puerta: “Si usted no tira, yo
tampoco”, y hasta le he sugerido, ya que nuestro idioma es muy rico en
sinónimos, cambiara el cartel por uno que dijese “JALE” o, al salir, le he dicho que empujar, es de
quienes tienen muy malos modales. Que también lo cambien, por ejemplo, por un
dispositivo electrónico que la abra sola. ¿Y sabe porqué? : por la simple razón de
que no hay sinonimia que no sea tan agresiva o más aún que el tristemente
elegido “empuje”. Me tomé el trabajo de buscarlos y encontré otros como por
ejemplo: expeler, arrojar, despedir, echar, eliminar, emitir, expulsar, lanzar,
tirar, proyectar, disparar, abalanzar, derramar, emanar, extender. Ninguno me
ha convencido. Salvo que usen el único que encontré y que si bien no suena
apropiado, al menos tampoco suena demasiado violento: PROPULSE. Seguro
que todo esto que le digo es fácil de corroborar. Y otro sí digo, señor juez: ¿Verdad
que el cuaderno de sugerencias duerme una prolongada siesta en el cajón en el
que lo pusieron el día que abrieron la sucursal? Verifíquelo usted. Yo nunca he
tenido la satisfacción de haber dejado por escrito una sugerencia, que haya
sido tomada en cuenta, no sé Usted, pero a mí, siempre me ha pasado lo mismo.
Por eso se la dejaba en persona al personal de vigilancia. Con el mismo
resultado: ninguno.
Y así siguió
declarando el hombre, hasta que por fin el juez bajó el martillo para - luego
de emitir la sentencia- golpear sobre el importante escritorio que tenía por
delante.
Y como se
podrán imaginar, de muy poco le sirvió al protagonista de esta historia toda su
labia, ya que cumple una larga condena, pues defendiendo el señor juez su
decisión, le recordaba al acusado aquél viejo dicho popular: “Tiene usted toda
la razón, pero marche preso”. Bernie5422
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