Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

6 nov 2013

CUENTO PARA TRES- foto-texto-

* Dedicado a Sirius , el autor de las tres fotos de bosques otoñales; para Gregorio, autor del texto en que el árbol le cuenta al visitante del bosque todas las quejas que tiene gracias(?) a los desmanes del hombre en el planeta; y finalmente para Slictik cuyo personaje se perdió en el bosque y fue rescatado por la patrulla al otro día. Quedaba disponible sólo una foto y me gustó la idea de mezclar todo un poco.A ver qué les parece.....
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        -Puf, puf, puf, (suspiro y respiración profunda), mejor detengo un poco la marcha, porque siento que me falta el aire. Resuello un poco, me recuesto contra una rama gruesa del árbol más cercano a la senda por la que venía caminando, aflojo las correas de la mochila, me la quito, y doy unos tragos a la cantimplora. Dicen que hay que tomar poca agua en estas circunstancias, pero yo tengo sed y me importa poco el consejo, aunque esté bien dado. Más allá de la baja temperatura exterior, el ejercicio me provoca como una sensación de acaloramiento que confunde a la mesura, y me obliga a sacarme abrigo, cosa de la que después -cuando se seque el sudor-seguramente estaré arrepentido. Pero tampoco haré caso, y mas luego veré qué pasa.
Después de todo, nadie me obliga a hacer esta travesía por este sendero resbaladizo y húmedo, lleno de hojas húmedas y resbaladizas (no sé si soy claro), lo hago sólo de cabezadura. No más que por ese carácter podrido que tengo, que siempre debo hacer mi experiencia por mí solo ( valga la redundancia), y no tomo como referencia la de los demás. Porque uno me contó que se perdió y que se pasó la noche muerto de frío en el bosque; y el otro que no se perdió, pero –tal vez peor- me dijo como si tal cosa, que los árboles le hablaban o que un árbol le habló (que para mí es lo mismo, lo juro), así que acá estoy, tratando de llegar a atravesar el bosque, sin pena ni gloria, y si puedo, llegar a la cima del monte, a las famosas piedras. Después les podré contar si me he perdido o si me he quedado a charlar con el árbol parlanchín. ¡Un árbol que habla, habráse visto!
-Bueno, hora de reemprender la caminata. Para peor esa niebla que me queda por delante me desalienta un poco, y además de todo, la mochila me pesa más ahora que antes del descanso.
Y vuelta a andar, enderezó el rumbo, respetando el claro del bosque, y efectivamente se perdió. Porque atravesó la niebla y se internó en una especie de paraíso de hayas- que los catalanes llaman “fageda”- de tal hermosura que no sólo se perdió, sino que se lo ganó la magia de la arboleda, y para su sorpresa, el bosque todo le hablaba. No sólo un árbol. Le hablaba en ese idioma de los sonidos y los silencios, de los olores y los humores, de los aleteos y trinos, y del golpear de las gotas de rocío o de lluvia, al caer sobre las hojas bajas desde las ramas más altas. Por primera vez experimentó - en carne propia- aquello que tal vez le quiso decir el que le contó lo del árbol. Y el que se perdió, en realidad no se perdió, se dejó perder en el enigma del bosque; y el otro,se dejó decir por él. Ahora sonaba todo un poco más lógico, un poco más real y comprensible. Y cada minuto que pasaba, más se quería quedar atrapado en aquella telaraña de sensaciones boscosas, y cada vez menos ansiaba llegar a las cumbres borrascosas. Y no pudo menos que sonreír por lo que se le ocurrió pensar. Casi le sale un verso. Y hablando de poesía, sentía que se podría quedar así, todo el tiempo, contemplando (deslumbrado, igual que Machado) "el milagro del tronco centenario, de corteza blanquecina, que en la colina se dejaba lamer por un musgo amarillento". Y por qué no, tomarle una buena foto.

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