Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

12 ene 2011

EL PAISITO

*Escrito por Zaira a la vuelta del "Camino de Santiago",  el viernes 13 de junio de 2003, en Bs As,
a pedido de un fotógrafo francés que caminó con nosotros y estaba haciendo un álbum de fotos y una recopilación de anécdotas del camino.Le dimos todo y lo terminó publicando en Francia. 
La foto la saqué yo y doy fe.



                                                         EL PAISITO 

Así  escuché llamar por primera vez a mi país, nombrado por la nostalgia de los uruguayos en el exilio.
Es un nombre íntimo, afectuoso, casi familiar, realista si lo comparamos con el tamaño de sus dos vecinos,  y al igual que a muchos otros compatriotas, se me pegó y ya nunca mas lo pude llamar de otra forma.
Así que el título del cuento era cosa fácil y por suerte esta vez para escribirlo, tampoco era necesario ser escritor, sino haber "hecho el camino".
"Hacer el camino", expresión peculiar, para tratar de compartir todo lo que se siente al peregrinar a Santiago.
 Recuerdo que en unas de las tantas charlas escuchadas en las pequeñas capillas de los albergues, el cura habló mas de dos horas solamente de porqué decimos "hacer" en lugar de "andar el camino".
Creo que cada uno de nosotros, los peregrinos, también podríamos hablar más de dos horas del significado de esta experiencia; lo que sin duda resulta de lo importante que resulta, para quien tiene el privilegio de hacerla.
Por esta razón es que al programar nuestro viaje, traté de informarme al máximo; leí cuanto material cayó en mis manos y entre muchos consejos y enseñanzas, tomé conciencia de la responsabilidad que tenía frente a otras personas que deseaban peregrinar y no podían hacerlo.
 Mi paisito está en el sur de latinoamérica y es un largo trecho llegar hasta Santiago, y entonces leí algo que me ayudó....yo debía ofrecerles a aquellos que no podían ir, el llevarles una piedra en su nombre hasta la "cruz de ferro" y así lo hice.
Estoy segura de que los compañeros peregrinos que me escucharon decir que tenía mi mochila llena de piedras, pensaron que me refería a que estaba muy pesada, pero no, era literal.....los dos bolsillones laterales rebozaban de piedras de todo tipo.
Llevaba piedras " agradecidas", algunas de ellas del bordado de un traje de novia; también había piedras "esperanzadas", que venían de algún trozo de campo recién adquirido, o del jardín de algún enfermo, y ni que hablar de las piedras " pedigueñas" cargadas de encargos, pero sin duda, la mayor cantidad de ellas eran piedras "dignas" y tenían un gran peso.
Latinoamérica está empobrecida, pero dentro de los valores que aún conservan sus gentes: está -sin duda-la dignidad y en esta época de crisis ( y me refiero a crisis latinoamericana, crisis en serio) el tener trabajo es prioritario para poder conservarla. Es así: no hay dignidad sin trabajo.
Si bien yo fui recibiendo las piedras en silencio, todos sabíamos, aún sin explicaciones; porqué pesaban tanto.
Muchas veces medité, mientras caminaba, sobre esta carga adicional con poco sentido práctico y gran contenido espiritual, y mirando alguna piedra especial, recordé personas que no habían sabido de nuestra partida, y que sin duda me hubieran dado una piedra para llevar, entonces la recogía en su nombre y la colocaba junto con las otras.
A medida que el camino avanza, uno de los cambios comunes a la mayoría de los peregrinos, es el ir desechando peso innecesario; se aprende rápidamente a jerarquizar lo que se tiene que cargar.
Yo no fui una excepción, pero si bien alivianaba mi mochila por un lado, la recargaba por el otro, y se me hizo muy lejano el pequeño cerro donde estaba la famosa cruz de hierro.
Finalmente llegó la jornada que nos llevaría hasta ella, y ese fue el día que más recé al caminar.Quería de alguna forma acompañar a todos los que habían peregrinado conmigo dentro de mi mochila. Fue inevitable pensar en mi paisito y me quedé inmóvil.
¿Cómo era posible que hubiese olvidado esa piedra? Pero ésta no podía ser cualquiera, ésta debería ser una piedra " país".
No, no podíamos elegirla nosotros, así que pedí ayuda, y claramente sentí que debía dar tres pasos y bajar el bordón. La piedra que tocase la punta de metal sería la correcta.
Cuando abrí los ojos, casi no podía verla....¡era tan chiquita!.....me agaché y quise tomarla con mi mano, pero estaba enterrada y no se movía.
Al retirar la tierra con mis manos, quedé sorprendida: tenía la forma de una pirámide de tres caras  y la punta del bordón en realidad había pegado en su vértice.
Pensé que era un buen presagio, y asi se lo comenté a Bernardo,  ya que era muy raro encontrar una piedra tan regular y además la idea de energía está asociada a la forma piramidal.
Comencé a moverla para terminar de despegarla del suelo; logré levantarla y darla vuelta.
Recién entonces pude ver su base, y mientras pensaba " nadie me lo va a creer", se la mostré a mi compañero.
Los dos nos quedamos en emocionado silencio, mientras mirábamos, recortado en el celeste cielo, al perfecto mapa del paisito, que formaba la base de esa " piedra país" , que yo sostenía en mi mano.
Por un segundo pensé en guardarla y traerla de vuelta a casa, como un mensaje de esperanza-tan necesario-a compartir entre todos .Pero esa piedra.....,no era mi decisión : ¡debía depositarla en la cruz sin dudarlo!
Por suerte, al aligerar las mochilas no habíamos descartado la máquina de fotos y aquí está....¡ éste es Uruguay!.....¡ éste es el paisito!       

                                                               
                                                                  

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