EL LIBRO DE BABEL
EL ORIGEN DEL LIBRO
Índice ( ¡¡¡palabra clave en éste caso!!!)
La piedra fue el soporte más
antiguo de escritura que ha llegado hasta nuestros días; pero la madera sería realmente el verdadero soporte del libro. Las palabras biblos y libertienen, como
primera definición, corteza interior de
un árbol. En chino el ideograma del libro son las imágenes en tablas de bambú.
Después se encontraron unas tablillas
de arcilla utilizadas en Mesopotamia en el iii milenio a. C. El stilus2 , un instrumento en forma de triángulo, servía para imprimir los
caracteres en la arcilla antes de ser cocida. Fue la escritura utilizada por
los asirios y por los sumerios, una
escritura en forma de cuña, de ahí su nombre: escritura
cuneiforme. Las tablillas se cocían después para que quedaran
solidificadas.
En Nínive fueron encontradas 22.000 tablillas del siglo vii a. C.,
era la biblioteca de los reyes de Asiria que disponían de
talleres de copistas y lugares idóneos para su conservación. Esto supone que
había una organización en torno al libro, un estudio sobre su conservación,
clasificación, etc.
En China, en el segundo milenio a. C., los libros se hacían con
láminas de bambú unidas con cuerdas,3 pero posteriormente, la seda fue también
utilizada como soporte de la escritura. Se escribía con la ayuda de pinceles.
Diferentes soportes fueron utilizados a lo largo de los años: hueso, bronce, cerámica,
escamas etc. En la India, por ejemplo, se utilizaban hojas de
palma seca. Todos los materiales que permiten conservar y transmitir un texto
son, por tanto, adecuados para llegar a convertirse en un libro. En este caso,
el cuerpo humano podría considerarse, también, como un libro, por medio del tatuaje. Si se
admite que la memoria humana se desarrolla o se transforma con la aparición de
la escritura, no es absurdo pensar que esta facultad convierte al hombre en un
libro viviente (esta idea fue desarrollada por Ray Bradbury en su novela El
hombre ilustrado, y Peter Greenaway en su obra The Pillow Book).
Papiro egipcio.
En el Antiguo
Egipto, las tablillas de madera o marfil del iv milenio a. C.,
fueron reemplazadas por los volumina (plural de volumen),rollos de papiro, escritos con tinta, más ligeros y más
fáciles de transportar. El más antiguo soporte de papiro que ha llegado a
nuestros días, aunque no tiene nada escrito, se descubrió en la tumba de Hemaka, de la Primera Dinastía de Egipto, de alrededor del3035 a. C.3
Los papiros fueron los principales
soportes de la escritura en las culturas mediterráneas de la antigüedad, tanto en Egipto, como enGrecia y Roma.
El papiro consistía en partes del
tallo de la planta del mismo nombre, machacadas con martillos y unidas entre sí
por medio de golpes, estando las fibras húmedas. Se hacían con más de una capa
de fibras, alternando su sentido para darles así mayor resistencia, es decir,
se colocaba una horizontal y otra vertical. Esto lo diferencia del papel, cuyas
fibras son hervidas o cocinadas. Se escribía en ellos con un cálamo (tallo de una caña cortado oblicuamente) o utilizando plumas de aves. La
escritura de los escribasegipcios se
denomina «hierática»
o escritura «sacerdotal» que, a diferencia de la escritura jeroglífica,
dispone de signos más simplificados, más adaptados a la escrituramanuscrita (los jeroglíficos solían grabarse en madera o muros de piedra).
Los rollos de papiro, resultado del
encolado de varias hojas, se envolvían en un cilindro de madera, enrollándolos.
Algunos sobrepasan los cuarenta metros (crónica del reinado de Ramsés III). Se
desenrollaban horizontalmente; el texto está escrito por una sola cara y
dispuesto en columnas. El título se indica por medio de una etiqueta atada al
cilindro. Los rollos en papiro que se conocen provienen de tumbas en las que se
depositaban, con plegarias y textos sagrados, como el Libro
de los muertos, datados de principios del iimilenio a. C.
Estos ejemplares muestran que el
desarrollo del libro, bajo su aspecto material y en su apariencia exterior
procede de un contenido estructurado por los valores religiosos (relatos
mitológicos y creencia en el más allá), simbólicos (textos mágicos), políticos
(textos de carácter histórico), económicos (listados de impuestos, donaciones y
ofrendas), didácticos (enseñanzas), éticos (máximas y textos sapienciales), o
literarios (poemas y cuentos). La influencia particular dada a la escritura
esta motivada por la búsqueda de medios para conservar y transmitir los valores
culturales.
Progresivamente el pergamino fue
sustituyendo al papiro. La leyenda atribuye su invención a Eumenes III, rey de Pérgamo, de donde
procedería el nombre de pergamineum que derivó en pergamino. Su producción empezó hacia el siglo iii a. C. Conseguido a partir de la piel de los animales (cordero, vaca, asno,
antílope, etc.) podía conservarse, por más tiempo, en mejores condiciones; más
sólido, permitía, asimismo, el borrado del texto. Era un soporte muy caro dada
la materia empleada así como el tiempo de su preparación.
Los cilindros de papiro se llaman volumen en latín, palabra que significa
movimiento circular, enrollamiento, espiral, torbellino, revolución, en fin,
rollo de hojas escritas, manuscrito enrollado, libro. Los romanos utilizaban
también tablas de madera untadas con cera en las que se podía imprimir y borrar
los signos con la ayuda de un estilete (que tenía una extremidad acabada en
punta y la otra redondeada). Estas tablas podían estar unidas de manera similar
a las de los códices. Servían,
por ejemplo, para enseñar a escribir a los niños (según los métodos descritos
por Quintiliano en sus Instituciones
Oratorias).
El volumen es enrollado alrededor de
unos cilindros de madera. No permite más que un uso secuencial: se está obligado
a leer el texto siguiendo el orden en el que ha sido escrito, es difícil poner
una referencia para acceder, directamente, a una parte determinada del texto.
Los únicos volúmenes que en la actualidad se siguen utilizando son los delTorá, en las
sinagogas.
No se tienen muchas referencias
acerca de los libros concernientes a la Grecia clásica. Algunos vasos del siglo v a. C. y del siglo vi a. C. representan unos volumina. No existía, sin
duda, el comercio con el libro, pero existían algunos lugares dedicados a la
venta de los mismos. La difusión, la conservación y la reflexión sobre la
catalogación del libro y la crítica literaria se desarrollaron durante la época
helenística con la creación de grandes
bibliotecas, que respondían al deseo enciclopédico que se puede encontrar, por
ejemplo, en el afán de Aristóteles y que respondían también, sin duda, a razones de prestigio político:
·
en Alejandría,
biblioteca creada por Ptolomeo
I Sóter y constituida por Demetrio
de Falero. Llegó a contener 500.000 volúmenes (en la parte del Museion) y 40.000 en el
templo de Serapio (Sérapeion). El Museion fue destruido parcialmente en el 47 a. C. (ver Biblioteca de Alejandría).
·
en Pérgamo, la
biblioteca fundada por Átalo I, contenía
200.000 volúmenes que fueron llevados al Serapeo por Marco Antonio y Cleopatra tras la destrucción de la biblioteca de Pérgamo. El Serapeo fue
destruido, en parte, poco después, 391 por los cristianos
y los últimos libros desaparecieron en 641 con la conquista
árabe.
·
en Atenas, el Ptolemaion fue la que tuvo más relevancia tras
la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. Importantes fueron también
la Biblioteca de Panteno, hacia el 100; y la biblioteca
de Adriano, en 132.
·
en Antioquia hubo una biblioteca pública de la que Euforión
de Calcis fue director hasta finales del siglo iii.
Las bibliotecas tenían sus propios talleres de copistas y la organización general de los
libros aseguraba los trabajos siguientes:
·
Conservación de un ejemplar de cada libro
·
Crítica literaria para catalogar los textos de referencia para su copia,
como por ejemplo la Ilíada y la Odisea
·
Constitución de catálogos de libros
·
La propia copia que permitía la difusión de los libros.
La edición de un libro se desarrolló
en Roma en el siglo i a. C.,
con la literatura latina influenciada por el helenismo.
Esta difusión concierne, especialmente, al círculo literario.Ático fue, por ejemplo, el editor de Cicerón. Pero el
comercio del libro fue extendiéndose progresivamente por todo el Imperio
romano. El libro se difundió, por tanto, gracias a la extensión del
Imperio que implicó la imposición de la lengua latina en la mayoría de los
pueblos (España, África, etc.)
Las bibliotecas eran privadas o bien
eran creadas por algunos particulares. Julio César quiso crear una biblioteca en Roma. Una biblioteca era, ya por entonces,
un instrumento de prestigio político.
En el año 377 existían en Roma 28 bibliotecas, así como existían muchas pequeñas
bibliotecas en otras ciudades. Pese a esta gran difusión del libro no se tiene
una idea exacta de la actividad literaria de la época, dado que millares de
libros se perdieron.
Finalizando la Edad
Antigua entre los siglos ii y iii,
y ya en la Edad Media, el códice sustituyó al volumen. El libro ya
no era un rollo continuo, sino un conjunto de hojas cosidas, con lo que el
libro o códice adquirió el aspecto rectangular, útil para tomar notas o
escribir mientras se leía. El formato de los códices fue mejorando con la
separación que conocemos hoy. Desde ese momento fue posible acceder
directamente a un punto preciso del texto. El códice resultaba más manejable,
podía ponerse sobre una mesa, facilitando de esta forma que el lector pudiera
tener la visión de las palabras, las mayúsculas y la puntuación, lo que
permitía una lectura silenciosa; posteriormente se añadieron las tablas de las
materias y los índices, que facilitaron el acceso directo a la información
requerida. Fue éste un formato tan eficaz que todavía se utiliza hoy, después
de más de 1.500 años de su aparición.
El papel reemplazó,
progresivamente, al pergamino. Una materia más barata que permitió una difusión
más amplia del libro.
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EL LIBRO DE BABEL ( un aporte personal del que me hago cargo)
Cuentan los relatos bíblicos ( bibli- raíz de la palabra biblioteca) que tras
el derrumbe de la tristemente famosa torre que lleva su nombre, el tal Babel comenzó una peregrinación agotadora
para ver cómo podría lograrse esa tan ansiada comunicación entre los hombres de
buena voluntad, pero con lenguas diferentes.
De entre los escombros logró sacar
con vida al menos a un par de docenas de increíbles traductores, con los que
luego de restañar sus heridas y darles de comer y de beber, se reunió en las
afueras de la ciudad para hacerles la propuesta final, habida cuenta del desastre de la anterior.
Ésta consistía en desplazarse por
todos los medios posibles a todos y a cada uno de los lugares donde se hablase un
idioma o lengua, o dialecto, o lo que fuera que se ejecutara con lengua,
labios, mejillas y dientes, sin dejar de lado sonidos guturales o de cualquier
índole ( todos válidos), y registrarlos de alguna
manera que aún no tenía muy claramente definida.
Luego de llegar –tardía y
dificultosamente- a un arreglo de sueldos y viáticos, tarea ardua si las hay,
tomando en cuenta los variables precios y costos de vida de los diferentes
países, comarcas, aldeas, etc, por las que deberían pasar en ese peregrino viaje
( quiero destacar el sentido doble del vocablo peregrino en éste particular
caso), les anunció que a la brevedad tendría una
charla con una persona que decía soñar con un procedimiento con resultados
afines a los que Babel estaba buscando.
No aclaran los registros bíblicos ni los -acásicos ni los allásicos- el
tiempo que llevó viajando hasta encontrarse con esa persona. Lo único que se
pudo rescatar, era que se hallaba viviendo en lo que antiguamente se conocía
como el territorio de los que más adelante se llamaran teutones, arios,
tedeschi, germanos o alemanes, según la época.
Porque Babel no era hombre de andarse
con “chiquitas”, cuanto más dura o imposible que pareciese la tarea, más se
empecinaba en lograrla.
Por las dudas, llevó consigo a uno de
los traductores más sabios, para entenderse con el soñador profético, que decía que siempre
después de tal experiencia onírica, lo único que recordaba era que continuamente se pasaba el
dedo índice por la lengua, humedeciéndolo, para luego con cierto movimiento
medio circular –de derecha a izquierda- ( lo que le era difícil por ser zurdo) hacer pasar una después de otra, como
una especie de finas hojas de tela, pero más firmes, repletas de manchitas diferentes
entre sí, que se repetían y se repetían y se repetían, hasta que se encontraba
con una lámina mucho más gruesa y resistente que las demás, como si fuese destinada a
tapar o cubrir a todas, y que ahí finalizaba el sueño. Contaba el buen hombre ( que después se supo
se llamaba Gutemberg, y era antecesor genético de quien fuera milenios más
adelante el inventor de la primera imprenta con caracteres móviles) que lo más
que le gustaba de ese profético sueño era la de paz y tranquilidad que vivía al
tocar y mover cada vez tales hojas, cosa que obviamente no comprendía del todo.
Babel tenía la sensación de haber
tocado el cielo con las manos, cosa que por otra parte en los tiempos bíblicos
era de lo más frecuente, por la cercanía física con el altísimo ( Ese tema lo
desarrollaremos en Semana Santa, no es ahora el momento propicio, o al menos no lo es para
mí).
Bueno, para no hacer de ésta historia
una odisea (término que se acuñaría muchos años después), la semillita que
sembró Babel en conjunto con el profeta Gutenberg, germinó (del alemán germen, y de ahí
germano) de tal manera que hoy estamos en condiciones de afirmar que ese
conjunto de finas hojas dispuestas unas sobre las otras, y contenidas dentro de
dos tapas de diferente contextura, pero mucho más duras que ellas (encuadernadas), por
suerte se hallan distribuidas por todo el orbe, traducidas a casi todos los
idiomas conocidos, y comprendidas del mismo modo por cada uno de los mortales
que tienen la suerte de tener alguno de estos ejemplares en sus manos, mojarse el
dedo índice con la lengua, y en un movimiento casi circular…….
Para el Día del Libro, y en apócrifo pero sentido homenaje, Bernie5422.
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