Pablo Neruda: La palabra

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen…" de Pablo Neruda: LA PALABRA

13 oct 2014

FÁBULA DE LA HERMANDAD

* La foto es de Israchamorro, y fue la elegida como foto del mes en setiembre.




¿Y cómo se lo vamos a decir?...le dijo ella a él.
_Pues la simple verdad. Que vas a tener un hermanito, alguien con quién jugar, así no estarás tan solo, sin más compañia que las de tus padres. Pienso que por ese lado no le molestará, y además siempre será el primogénito. Vamos mujer, no te preocupes tanto.
Y así habló Adán, y así escuchó Eva. O tal vez fue al revés y el que escuchó fue Adán, lo que no sorprendería a nadie, ya que desde que el mundo es mundo, las madres parecen ser mas intuitivas que los padres. Y es muy probable que ésta conversación, así de esa manera, se esté dando todavía en nuestros días.
Y el que se llamaba Caín, vio nacer a Abel, lo vio crecer y lo vio adueñarse de todas las atenciones que él estaba acostumbrado a disfrutar solo, y a no compartirlas con nadie. Ya no lo tenían tanto en brazos, y además lo soltaban cada vez que su hermanito menor lloraba por ésto o aquello.
Y así nacieron los sentimientos de envidia; los celos; el despecho; las represalias; el rechazo, y el odio en sus distintas y sutiles formas de manifestación. Y el mayor desea las regalías del menor, y éste ansía las regalías del mayor, y los dos a intentar conseguirlas, a cualquier precio. Por eso Freud , algunos años mas adelante calificó a los bebés de "perversos polimorfos", algo que uno no puede aceptar así nomás, al ver las imágenes de esas tiernas y delicadas criaturas. Que lo son, pues "lo cortés no quita lo valiente", aunque no haya -todavía- barreras como las normas de ética o de moral, o las buenas costumbres, a ser usadas o reclamadas en esas edades.
Y ahora a crecer y a relacionarse. A establecer sus propias reglas de convivencia y de complicidad, ya que inevitablemente comparten techo, padre y madre, que no es poco.
Comparten sí, pero no al cincuenta por ciento. Los dos saben de las preferencias de cada uno de los progenitores, y de la influencia que cada uno de ellos puede ejercer en sus padres, tanto juntos como por separado.
Y se establece una lucha silenciosa de poderes, destinada a lograr la supremacía de uno sobre el otro, encuadradas en lo que se conoce como "la rivlidad entre hermanos".
Y cuenta la historia bíblica que un día salieron al campo, donde Caín era dueño y señor, y que por un "quítame de allí esa pajas", o peor aún, por un quítame de allí esa arboleda - pues Caín había juntado muchos rencores en tantos años - tanto le dio de palos a Abel hasta que lo dejó muerto.
Y Dios le preguntó si sabía algo de la vida de su hermano, y éste le contestó con soberbia: ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?
Y Caín creció; se multiplicó, y se murió, y fue al cielo, y allí se enteró que de verdad la reencarnación existía.
Y de nuevo se encontró en un vientre materno, y de nuevo nació.
¿Y cómo se lo vamos a decir?...le dijo ella a él.
_Pues la simple verdad. Que vas a tener un hermanito, alguien con quién jugar, así no estarás tan solo, sin más compañia que las de tus padres. Pienso que por ese lado no le molestará, y además siempre será el primogénito. Vamos mujer, no te preocupes tanto.
Y allí le estaban esperando Abel -su hermano mayor- su papá, y su mamá.
Y crecieron juntos los dos hermanos, y se adoraron, y se odiaron, y todas esas cosas que es normal que sucedan entre hermanos.
Y así fue que un día, salieron de paseo, y una cosa trajo a la otra, y Abel - por un quítame de allí esa fábrica de celulosa- , le dio de palos a Caín ,tanto, que lo dejó muerto.
Pero no se lo sacó de encima del todo, pues leyendo el Martín Fierro, se enteró que "Los hermanos sean unidos, porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de ajuera"(sic)

4 oct 2014

CONCURSO...SINCURSO (In memorian)

*Es así, y ya no tiene remedio. Me iba a presentar a un concurso de cuentos cortos, y se me pasó la fecha final de entrega. Italcred cumplía diez años en la plaza financiera uruguaya e invitaba a concursar. El tema era "Los diez primeros" y no necesariamente se tenía que referir al tiempo transcurrido. El slogan de la empresa es "tu mundo crece". A mí me gustó el desafío, pero se ve que a mi subconciente no tanto. Miedo, inseguridad, y vaya a saber qué cosas más, y lo termino subiendo sólo en mi blog.
Bueno, un gol en contra cualquiera lo tiene.

                                                    
                                                             
                                           Pedro el Grande y el Pibe
El club venía de malas. Éste año, en el torneo de clubes del interior, ni “mojaron”.
La directiva estaba deprimida, se podría decir que hasta incapaz de poder tomar decisiones inteligentes con miras a las próximas temporadas.
Y no era falta de plata. Con la venta de aquél golerazo, el “Araña”, y los réditos que le ingresaban por sus sucesivos pases en clubes europeos, tenían oxígeno y la suficiente popularidad como para pedir apoyo financiero a buenos comerciantes de la zona, y además vender publicidad a grandes firmas de la capital.
El departamento todo- en su momento- estuvo de fiesta. Pero no alcanza con el pan, todo el mundo quiere circo.
El Presidente del club era don Pedro el Grande, llamado así, porque puesto a medirse con su padre, que también se llamaba Pedro, le llevaba más de una cabeza. Grande, mismo.
Acompañaba a ese corpachón, una voz cavernosa y clara, con la que gracias a su “parla” conciliadora, pero tenaz, había logrado por tres veces consecutivas mantener la presidencia del club.
Y no sólo eso mantenía, sino también las importantes relaciones comerciales obtenidas en sus frecuentes viajes de negocios, tanto en el exterior, como en su propio país. Él tenía claro el camino por el que había que andar, si se quería ser exitoso económicamente. Y la gente lo respetaba, y mucho.
Además, literalmente hablando, “un pueblo le debía plata y favores”, y don Pedro el Grande, ese tema, también lo sabía manejar de lo más bien.
Por eso, cuando llamó a asamblea extraordinaria y se puso a hablar frente a todos los asistentes, la sala estaba llena y absolutamente silenciosa. Sólo se escuchaba lo que él decía, y el suave chirrido de la puerta cuando entraba algún rezagado, que siempre los hay, por otra parte.
Ése día tocaba el tema más preocupante de los próximos meses: los goles.
Hizo uso de la palabra don Pedro el Grande, y así les dijo: “Queridos amigos, y digo amigos por no decir hermanos, porque éste club ha demostrado desde hace ya mucho tiempo (clara alusión a sus consecutivas presidencias) ser una gran familia y preocuparse por todos y cada uno de sus afiliados (otro puntito a su favor), y de eso, somos todos conscientes, no hay que olvidarse.
Pero también, todos sabemos que estamos pasando una mala racha, y que algo hay que hacer para que soplen en El Rioplatense F.C nuevos vientos de victoria.
Éstas -no por archiusadas, menos eficaces- palabras dichas por él, eran el augurio de las que vendrían, y las otras seguro que traerían consigo la solución al problema de los goles, o mejor dicho, a la ausencia de ellos.
El aplauso no se hizo esperar, y explotó unánime y mantenido. Un gesto de apaciguar, pero acompañado por otro de satisfacción y de poder, que se reflejó en su cara, dieron paso a una explicación detallada del plan de acción que él había pergeñado.
-El club debe hacer un esfuerzo mantenido y prolongado con el sólo afán de ganar los enfrentamientos con otros clubes y de ponerse en el primer lugar en la tabla de posiciones. Y de ahí, no bajar.
Y continuó enumerando toda la “movida” que era preciso hacer para lograrlo.
La cosa era simple, e ingeniosa. Proponía la compra y venta consecutiva de zagueros, hasta poder conseguir aquél que más le sirviese al club para ser vencedor indiscutido de la ansiada copa. Él tenía, decía, los contactos asegurados para que las ventas  no se trancasen en el camino, pues los pensaba revender baratos, o bien financiados, a los clubes chicos.
Como gozaba de una sólida reputación como exitoso comerciante, nadie le objetaba su estrategia, siempre y cuando todo estuviese sobre sus espaldas. Y eso era justamente lo que el grandote quería. No solamente se sentía capaz, sino que contaba con una autosuficiencia solidaria que lo acompañaba en lo que fuera.
La asamblea duró poco, y dio lugar en poco tiempo, a poner en marcha los primeros movimientos del ambicioso plan.
Bastó para que el Cholo del Atlético Flores F.C metiera ese gol de larga distancia a los primeros 5´ del primer tiempo, para que sonara el teléfono y sanseacabó: el Cholo no tuvo ni tiempo de festejarlo con sus compañeros, que ya había firmado la transferencia.
Y así siguió la cosa. Ya fuese uno a cero, dos a uno , o por goleada, aquél que hacía la mayor cantidad de goles el domingo, se pasaba automáticamente para  Rioplatense F.C, y en cada compraventa el club ganaba plata y prestigio, y mucho.
Ahora vendría la frutilla de la torta. Le había echado el ojo a uno que le decían el Pibe, que jugaba de “diez” en el sub-veinte, pero estaba próximo su cumpleaños y pasaría –sin remedio- de categoría.
A vos mismo, pensaba, y fue a verlo jugar. Iban por los quince del segundo tiempo, y el muchacho no había convertido ni un solo gol. Para peor, le habían mostrado la amarilla   (bien sacada, por cierto), y andaba con mucho cuidado.
Y eso los desconcentró a los del otro cuadro, y le aflojaron la marca. Así, como si eso fuese lo que esperaba, faltando quince para los noventa, con uno de tiro libre y el otro de cabeza -aprovechando un córner-  les metió el dos a cero, y a las duchas, apretado y manoseado por toda la tropa. Mientras, se oía la cantarola que no paraba: “si éste no es el Pibe, el Pibe dónde está”.
Y el Pibe pasó a engrosar las filas del club de Pedro el Grande.
Una cena en casa de don Pedro, con el muchacho; el entrenador físico, y el director técnico, y todo arreglado. El domingo, el Pibe vestiría por primera vez esa nueva camiseta.
Casi lo había logrado. Habían llegado a las Semifinales, y don Pedro había hecho un esfuerzo impresionante para que las nueve compraventas que le antecedieran justificaran ésta última jugada.
Cosa que nunca hacía, don Pedro el Grande  buscó las escaleras, bajó los dos tramos que le separaban del lugar donde estaba reunido todo el equipo, y acercándose al grupo, tomó del brazo al Pibe y se lo llevó aparte.
Tal cual un padrino, con esa voz tan particular y hablándole casi al oído le dijo: dale Pibe, mostrales lo que sos. Vos sos el “diez”, pero para el club sos el décimo, después te explico. Para mí, sos el uno. Si ganamos, el club crece, y tu mundo también. Europa te espera. Y lo soltó.
Caminó de regreso al palco, y no se pudo sacar el nudo de la garganta hasta que sonó el silbato, y el juez dio por comenzado el partido.